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70 DR. P. PÍO M." DE l\IONDREGANES, O. F. M. CAP. fuente de espiritualidad se encuentra en los lihros de la Biblia. La vida moral en los Libros Sapienciales, Sal– mos y otros. En los Profetas tenemos d ejemplo de mís– ticos aislados que enseñaban al pueblo y le inculcaban el temor de Dios. Tarn.poco faltaron almas selectas de– dicadas a la oradón. La manifestación del misticismo mús profundo e íntimo está en el libro del Cantar ele los Cantares, que con inefable sabiduría narra las inti– midades nupciales entre el Esposo Divino y su Dilecta la Iglesia en general, y en rartieular con las almas con– templativas. El A. T. es el tiempo de la Ley, de las ce– remonias, de los sacrificios, de las promesas, de las pro– fecías. Dios est::í presente en medio de su pueblo, pero l'ste no k obedece, no reconoce sus beneficios, no se santifica c01no Dios quiere. Las dos fuentes que alimentan la espiritualidad he– brea son el temor y el amor de Dios, dos sentimientos que no se oponen, sino que se funden en el alma que adora profundamente la majestad y la bondad infinita de Yahvé. El principio de la verdadera sabiduría es el temor. El amor y el temor impelen a la observancia de la Ley en todo piadoso israelita, como se puede compro– bar por la poesía de los salmos: ¡:Oh Señor, úmote, pujanza mía, Yahveh, mi pefia, libertad y alcúzar, •[Hos mío, roca : 111.ía, a {IUe me acojo, mi escudo, mi cuerno de salud y asilo! Inv,ocaré a Yahveh, digno de loa, y ,de mis en0migos s,eré salvo (XYII, 11-4). Después de la muerte del Redentor, en el pueblo dr~ Israel, disperso a través de los siglos, se han manifes-

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