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68 DH. P. PÍO M.' DE MONDHEGANES, O. F. M. CAP. de las conveniencias sociales. Lleva al hombre a un mis– ticismo de identificación con el Ente Sumo, despoján– dose de las cosas mundanas. El hombre se humilla para elevarse; se hace ignorante para ser sabio; se hace po– bre para ser rico. Las dos tendencias espiritualistas del confucianismo y taoísmo han dado a la China la tradicional ascética del formalismo, de las normas morales y ceremoniales, aun cuando uno se encuentra solo. Sacrificios, ritos, cul– to a los antepasados, purificaciones legales, la observan– cia de las leyes, sirven para adquirir la virtud, que es lo esencial de la vida. El ideal del sabio confuciano es la fusión de conoci– miento y de acción, de amor a la verdad y de fuerza volitiva que la transforma en llama de vida. Para que este ideal pueda actuarse : 3 11 todas las fases de la exis– tencia humana el sabio debe observar tres cosas: en la juventud, antes que el temperamento sea formado, debe evitar la lujuria; en la madurez, cuando se haya for– mado el carácter, es necesario evitar la violencia; en la ancianidad, cuando el carácter se debilita, se debe evi– tar la avaricia (4) . La rectitud del corazón es el camino trazado por el Cielo; el deber del hombre es uniformarse a él. En el pensamiento confuciano el concepto del corazón tiene una función altísima, reguladora de la conducta mo– ral (5). La ascaka confuciana es mús una gimnasia de la voluntad que mortificación corporal. Para Confucio la ascética es un esfuerzo de purificación del corazón (6). (4) Cfr. Emn10 n'AscoLJ, ob. cit., pág. 80. (5) Idem, pág. 71. (6) Idem, pág. 73.

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