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EL LIBRO DEL MISIONERO.-SU ACTUACIÓN APOSTÓLICA 41 y gentil, dado que uno mismo es el Señor de todos, es– pléndido para con todos los que le invocan" (20). En la India, donde quizá más arraigada está esta plaga social, ha sido ya abrogada por la ley, empiezan a rom– perse las barreras y se van mezclando las castas unas con otras, pero en la práctica todavía se observan por el pueblo esas tradiciones que impiden más o menos las conversiones, porque las castas consideradas mús nobles no quieren contaminarse con las inferiores. Otros obslCÍclllos.---Se pueden oponer a la conversión los prejuicios contra el catolicismo, el fanatismo de al– gunas religiones, la ignorancia religiosa, los errores fi– losóficos y teológicos, el sectarismo político, las ideolo– gías extraviadas y otras causas internas o externas. No faltan casos en que los hombres conocen la ver– dad, están. convencidos de que la religión católica es la única verdadera; pero les asusta la moral austera, el cumplimiento de las leyes naturales, divino-positivas y eclesiásticas. Aman vivir en plena libertad y desahogo de pasiones, gozando del mundo presente. Vivamos, co– mamos, bebamos y gocemos de los bienes de esta tierra. No consideran los valores eternos de las almas inmor– tales. Ven lo mejor y lo aprueban, pero sienten repug– nancia en seguirlo. Por esto dijo Jesús: "El reino de los cielos padece violencia y los que se la hacen a sí mismos lo arrebatan" (21). (20) I/om., X, 12. (21) Matt., XI, 12.

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