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EL LIBHO DEL MISJONEHO.·- Sl' ACTP.\CIÓN APOSTÓLICA 39 fcnsa, no porque esté convencido que tengan virtudes especiales, sino más bien porque les ve sufrir por acu– saciones falsas. Es un sentimiento de nobleza, de rec– titud propia de quien no tolera la injusticia y la falsedad, dondequiera que se encuentren (17). 2) En el segundo estadio el convertido empieza a conocer que el catoli– cismo no sólo no es falso, sino qn¡>, aparece verdadero. Experimenta que el inlen'.·s <le la venlad es mayor <le lo que había pcn~ndo. Empieza a disponerse hada aque– llo que todavía no eornprcmk. :"I) El tercer estadio, en el cual el convertido es atraído ya corno por un imún a la Igksin. El hombre ya c;;tú l'icrlo <le la verdad, e:, irnpof>ihle re sislir y mantenerse neutral, pero tiene mie– do. Le parece un suicidio renunciar a (()(los los enorcs, dejar una religión para ahrazar otra. Es el momento mús drnmútico. Al conocimiento <le la verdad clehc aün– dirse la fuerza de yoltmiad, el carúcler resolutivo ... Este proceso, snhstancialmcntc y con pequeñas variantes, sue– len seguir los grandes convertidos: judíos, mahonwtanos y protestantes. En algunos casos puede estar d homhrc plenamcnk convencido de la verdad cld catolicismo; pero, por t;Ü'– cnnstancias especiales externas y las consecuencias in– dividuales, familiares o sociales, no atreverse a dar el paso decisivo. (17) Cfr. D. GR.\SSO, [,a Chicsa Cal ir,/ica e la conversione, en La Civillú Callolica, 1:l54, If, púgs. 4lü-!22.
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