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EL LIBRO DEL "\!lSIO:\'ERO.·-·SU .\CTlTACIÓN APOSTÓLIL\ 23 El misionero debe procurar la gloria de Dios, llc– Yando las almas a I~l. Trabajando, sudando, sacrificán– dose y enlregúrn1osc totalmente a la salvación de las almas, ama y glorifica a Dios. El misionero hace suyos los sen timil'n tos que rna11ifcslaha el divino Salvador cuando decía: "Otras ovejas tengo que no son de este redil; es necesario que yo vaya a buscarlas y las traiga, para que oigan mi voz y se haga un único rehaiío baJo un solo pastor" (1). El pensamiento de la glorificación (!ll(' lodos los hombres dehcn a Dios debe ser el móvil que obsesione al misionero. Por este ideal ahandona la patria y la familia, y todo cuanto de mús qrwrido tenía en el mundo; pm· este ideal se pierde en los inmensos campos del mundo infiel; por este ideal consagra sus nctividades y hasta su vida entera, es decir, para que Dios Trino y l1no reciba el lrilmlo de adoración, de amor y <le ficlcl:idad de todas las latitudes, de todas las razas, de todos los pueblos, de lodos los homhrc's. Estos motivos de amor de Dios y del prójimo son los múvilc:– de la acliYidnd misionera. C) Eslrtblccimienlo rle la Iglesia.-~ El Salvador del mundo quiso que 11osotros renovúsemos la súplica mi– sionera por excdencia: Acluenial regnum lwim. Yenga a nos el reino mesiúnico anunciado por los Profetas y predicado por los Apóstoles. Yenga y se extienda ese reino, que es la Iglesia, por todo el mundo, con toda su plenitud y perfección según las humanas posibilida– des. Ese wlveniat rcgnmn {1mm corresponde al ewzlcs clocete omncs gentes ... euntes in rnundurn universwn praedicalc Euangelium omni crealurae. Qne el reino de (4) Joann., X, 10.
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