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22 DR. P. PÍO l\Lª DE ~IONDREGANES, O. F. }L CAP. Dios" (1). Y el Papa Pío XI escribía: "Nuestro amor a Dios requiere que nos dediquemos a acrecentar el nú– mero de los que le adoren en espíritu y en Yerdad ... porque ninguna cosa desea rnús el Señor que conducir a los hombres a la yer1lad y a la salvación" (2). Los cristianos somos hijos de Dios, del Padre que cstú en los cielos. Lo mús propio de los hijos es que procuren honrar, amar y cumplir la Yoluntad de su Padre. "Pa– dre nuestro que estús en los cielos", sea santificado el tu nombre. Pedimos que el nombre de Dios sea conoci– do, alahado y bendecido en todo el mundo; que lodos los hombres cumplan su voluntad. "Húgase tu voluntad así <'11 la tierra como en el delo." La voluntad de Dios es que todos los hombres se salven, que lodos ]e conoz– can y le amen. Ut cognoscant le solwn Dewn 11crwn et quem misisti .T csum Christum (3). Si en todo cristiano dchf'n existir estos sentimientos filiales, con mayor mo– tivo en el misionero, cuya vocación es precisamente lle– var su nombre a todas las gentes. B) Salvación de las almos.--La vocación del mi– sionero es precisamente para ir por lodo el mundo pre– dicando la fe, enseñando las Yerdaclcs reveladas, lle– vando el mensaje de Cristo a los l101t1hres, ofreciendo los medios sobrenaturales necesarios para conseguir la vida eterna. Dios quiere que todos los homhrcs se sal– ven, que vengan al conocimiento ele la venlad, que ca– minen por la recta senda que conduce al último fin, que consiste en la posesión sobrenatural y eterna del mismo Dios. (1) SANTO TOMÁS, 2, 2, q. 182, a. 2. (2) Rerum Eccl.. AAS,. t, 18. 1926. pág, 68, (3) Joann., XVII, 3,

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