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186 DR. P. PÍO M.ª DE MONDREGANES, O. F. l\L CAP. últimos Pontífices en las grandes encíclicas misioneras como Maximum illizcl, de Benedicto XV (8) ; la Rerum Ecclesiae, de Pío XI (9), y la Euangelii Praecones, de Pío XII (10) . El misionero debe tomar como dichas para sí las palabras de San Pablo: "En nombre, pues, de Cristo somos embajadores, como que os exhorta Dios por medio de nosotros" (11). "Con los débiles me he hecho débil, para ganar a los débiles" (12). Por consiguiente, aquella región a la cual va a lle– var la luz del Evangelio debe el misionero considerarla como su otra patria y amarla con la debida caridad; no buscando las conveniencia8 terrenas ni los intereses de su país natal o de su religioso Instituto, sino más bien lo que convenga a la salvación de las almas. Ciertamen– te que ha de amar con intenso amor a su país y a su Instituto. pero con mús ardiente afecto ha de amar a la Iglesia. "La Iglesia, desde sus orígenes hasta nues– tros días, ha seguido siempre aquella norma sapientí– sima, según la cual el Evangelio, que han de abrazar los hombres, no destruye ni amortigua todo lo que de bueno, honesto y hermoso poseen las varias estirpes hu– manas, derivado de la índole propia y del ingenio pe– culiar de cada una" (13). Estas han sido las directrices de los Pontífices y de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide (14). (8) AAS., XI, 1919, 440-45f,. (9) AAS., XVIII, 1'926, 65-83. (10) AAS., XXXXIII, 1951, 497-528. (11) Cor., V. 20. (12) I Cor., IX, 22. (13) Cfr. Evanaelii Praecones, AAS., 1951, t. 43, p.(,gs. 521-522. (14) Cfr. C. CosTANTINI, V-a' e annzmzia il Reanu di Dio, t. I, págs. 25-34, Morcelliana, 1943.

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