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EL LIBRO DEL '.\IISIONERO.--su ,\CTUACIÓN APOSTÓLIC\ 185 o mulatos; busca las almas redimidas con la sangre de Cristo. Lo mismo le da que sean chinos o africanos, europeos o americanos, judíos o gentiles; porque ya no hay distinción entre judío y gentil, dado que uno mismo es el Señor de todos, espléndido para con todos los que le invocan. Porque todo el que invocare el nombre del Señor será salvo (7). Si los misioneros occidentnles predican el Evangelio n los indios, japoneses, chinos, indonesianos, etc., dicen que la religión católica es occidental, europea, extran– jera para ellos. Vuestra religión será buena, pero para vosotros. Nosotros ya tenernos la nuestra ... Esto es ignorar completamente la naturaleza de la religión cristiana y la finalidad de los misioneros. Es necesario resaltar la necesidad de la religión católica y los fines que pretenden los misioneros. El reino de Jesucristo trasciende el orden creado y necesariamente se halla en un plano superior. Es un reino visible, pero sobrenatural en su origen, en sus fines y en sus medios. En virtud de su universalioad no conoce confines na– cionales, raciales, políticos, civiles, geográficos, cultu– rales o de otro género cualquiera. Esa sociedad divina sobrenatural y sobrenacional es para todos sin excep– ción. Se adapta a todas las gentes y a todos los territo– rios. Nunca ha pensado ni piensa cambiar las caracte– rísticas de cada pueblo, es compatible con toda clase de civilizaciones, culturas y costumbres, con tal que no sean contra el dogma y la moral. El afán de ganar al– mas le hace inclinarse y acomodarse a todos, y se somete a todo lo que no es pecado. Esta es la doctrina de los (7) Rom., X, 11-13.

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