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CAPÍ'.i ULO XXIII CATOLICIDAD DE L4 IGLESIA VE CRISTO La verdadera Iglesia fundada por Jesucristo es esen– cialmente católica. Tiene derecho a propagarse por todo el mundo. La acción misionera tiende a realizar esta nota esencial. Los misioneros trabajan para que la Igle– sia, de hecho, geográfica y etnográficamente, sea ca– tólica. Esta Esposa dilectísima de Cristo es la Madre común de todos los hombres y con su corazón materno abraza con igual solicitud a todas las razas, a todos los pueblos, a todas las gentes de cualquier color o estirpe que sean, en cualquier territorio que habiten. El Sumo Pontífice Pío XII, felizmente reinante, en varias ocasio– nes y documentos ha hablado de la sobrenacionalidad de la Iglesia. En el sermón de la Vigilia de Navdiad de 1945 (1), en la alocución a los recién creados Car– denales en 1946 (2), en la encíclica Mystici Corporis Christi, de 1943 (3), y en la Evangclii Praecones, de 1951 (4). Recientemente, en la encíclica Ad Sinarum Gentem, (1) Cfr. A.AS. , :rn, 1946, 18-21. (2) Cfr. AA.S., 38, 1946, 141-151. (3) Cfr. ,L4S., 35, 1943, 193-248. (4) Cfr. AAS., 43, 1951 497-528.

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