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158 DR. P. PÍO M." DE MONDHEGANES, O. F. M. CAP. Pero debemos observar que éstos y otros defectos de los protestantes no destruyen el peligro; porque van sembrando el error, la incertidumbre, la confusión y la aversión a la Iglesia católica. Despojan al cristianis– mo de su fuerza vivificadora y sobrenatural (2°1). Sería triste y doloroso que los católicos dejáramos tomar el campo al enemigo competidor, y sofocar la abundante mies con la cizaña y el error. Se cumplirá entonces lo del Evangelio, que los hijos de las tinieblas son más prudentes que los hijos de la luz (25). El mun– do pagano serú de quien lo ocupe, lo ocupará quien lo conquiste, lo comruistarú quien se organice y quien tra– baje. ciones por las misiones protestantes en Chinn y decía: "Debemos nosotros, los misioneros, qne en China somos 6.164, debemos hacer de estas palabras: Vivifica me secundum ver/mm lrrnm, el grito del corazón para Pste aí10 de 1()18. Si fuéramos nosotros vivificados, serían bendecidos los 761 pastores (chinos), serían confortados los 21.813 catequistas chinos; los 291.825 comunicantes recibirían n,ueva fuerza, los 79.Gl0 no comut1icantcs bautizados serían empujados ha– cia ,una nueva, actividad religiosa...". Otro ministro, Hvdo. ,Vhite, respondía en la misma revis,ta: "Las cifras ¡mblicadas en el Re– corder y la. aplicación que de ellas hace el Hvdo. Loiwry laceran el corazón. Si después de un siglo y más de trabajo, con un dis– pendio. anual de millones de dólares, no podemos mostrar más que diez convertidos por operario, debe haber en nuestra obra un de– f ccto radical. No es el nuestro el nuevo caso de Mons partllrit, nas– citur riiliculus mus?". l\lAN:'.'lA, La conversión del mundo infiel, pá– gina 109. (21) C. MANNA, I fratel/i separati e noi !Roma, 1942) 35, 55. (25) Luc., XVI, S.
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