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EL LIBRO DEL MISIONERO.-SU ACTUACIÓN APOSTÓLICA 99 gue a su madurez y llene toda la tierra. Todos deben ser miembros de este Cuerpo Místico; todos deben en– trar en la Iglesia, única arca de salvación; todos deben ser súbditos de ese Rey pacífico que nos redime y nos salva; todos ciudadanos de ese reino sobrenatural, donde sólo podemos encontrar nuestra eterna felicidad. Ahora bien, las misiones tienen por fin próximo es– tablecer ese Reino en todas partes; hacer que entren en él todos los hombres; que todas las gentes gocen de sus tesoros; que todas alcancen sus riquezas; que todos los descendientes del primer Adún se salven y santifiquen mediante el Segundo Adán. Los misioneros consagran sus vidas, sus fuerzas, sus trabajos, todas sus actividades para que Dios sea glo– rificado y adorado en todo el mundo; para que Jesús, Dios y Hombre, Verbo Encarnado, Redentor del género humano, sea el Rey universal de todos los hombres; para que todas las almas compradas con su Sangre sean redimidas y santificadas; para que todas puedan dis– frutar de sus tesoros mediante la Iglesia, su depositaria; para que todas tengan vida y la tengan en abundancia. Anunciar el Evangelio, predicar la fe verdadera, sal– var las almas, establecer la Iglesia en todas partes de una manera estable y perfeeta, conquistar el mundo para el Dios verdadero por Jesucristo, su Unico Hijo, nuestro Redentor y Mediador, Rey Universal de todos los siglos, de todos los tiempos, de todos los espacios y de todos los hombres. Esos son los fines de la Acción 1\Iisionera en los te– rritorios de misiones.

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