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54 NUEVO TESTAMENTO. - LOS SANTOS EVANGELIOS Ecce cnim ex hoc bcatam me diccnt ornnes gcncrationes .. Et mi– sericordia. eius a progenie in progenies timcntibus cum (8). El pro– feta Zacarías termina su cántico del Ifrnedictus, diciendo: Illum.;– nare his, qui in tencbris, et in umlira mortis scdcnt; ad dirigcndos pedcs nostras in ,1iam pacis (9). En su nacimiento no sólo \p adoran los fmgeles y humildes pastores, sino tambi{,n los Y\fa~:ns del Orit•nte vini, ron a adorarle y ofrecerk sus dones. Cekbra la Iglesia esta fiesta con f'1 nombrP de Epifanía, quP signific1 manifestación de Jesucristo a los gen– tiles (10). Prrs<>ntan a Jesús en el U·mplo, según lo mandaba la Lry, y d anciano Sime(1n, n·bosante de gozo, entona el Nunc dimittis, pnrqtw sus ojos han YÍstn la sztlud, que apareció nte l:1 faz de todos los pueblos. Lmncn ad n,,•ela.tionem Gentiutn, et gloriam plel1is tuac Israel (11). Omitimos otros acontecimientos <le la vida ck Tesiís hasta su predicación nor no hacernos difusos. 52. Vida pública de J esuc:risto. --Jesús, después de haber sido hmtúzado por el Bautista, s,· retiró al desif'.rto, ayunó cuarenta días y cuarenta noches y vt·ncic'i diversas tentaciones del demonio. Lue:g-o da principio a su predicación, primero en Judea, como nos cupnül San Juan, y dPspués dP1 encarcelamiento de su Precursor el Bautista. tamhi(,n Pn Galilea. según refipren los tres primeros EvangPli0s de San '!\fotM, San :\!arcos v San Lucas. En todas partes suscita Pl entusiasmo, las turbns acuden a escuchar su admirablP doctrina Y presenciar sus portentosos milagros. Con– firma con palahras, ekmplos v milagros la misión redentora que lf' traio a la tierra. Es ¡:;rnndemente instructivo a nuestro propósito el episodio de la Cana– nea. «En una ocasión, habiéndose retirado a las partRs de Tiro y de Sid6n, se le acerr6 una mujer cananea ,!e aquell.i rec 1 ión y le <lijo : Señor, Hijo ele David, tened misericordia de mí; mi hija es terriblemente atormentada del demonio. Jesús, como para probar su fe, le dijo: Yo soy enviado a las ovejas que rwrerieron de la casa de Israel. Ella insistió de nuevo, y Jesí1s h: replicó: No PS bueno tomar d pan de los hijos y erharlo a los perros. A~í es, afiac!i6 ella; pero los perros comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. ¡ Oh mujer!, respondió el Salvador, grande es tu fe, h{1!.(ase como tú quieres. Y en aquella misma hora quedó sana su hija,, (12). Comúnmente, los exégetas comentan este pasaje diciendo que Jesucristo (8) Luc., I, 46 y slgs. (9) Luc., I, 79. (10) jfatth., II. (11) I,uc., II, 32. (12) Matth., XV, 22 y s!gs.
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