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52 NUEVO TF;STA'\IF:Yl'O. LOS SAt-iTOS EL\:-,r(;ELJOS t. I, p. 25-32, tnw abundante bibliografía, Tau1·ini, 1930.--· R. STREIT, C·. .\I. l.: Missionspredigtcn, Fn,iburg, 1914.-·F. S,•¡¡ ! 1md IIci- dc11111ission, Giessen, 1909.· -A. Vnn, S. J.: Gesi1 e l' mis.1ion11- rio, en Teología e Missioni, p. 137-161, Roma, HH.:I. lPD!: L'apostolato missi,mario nel mondo ínfrrn i.1tituito ,fo (;esu Crist,,, t'!l JI Pe11siero Jliss., 1920, t. [, p. 7sl9; 1930, t. II, p. 13-32, 121-128. Opur(urwm,•nt,• Í¡¡•mo, in– dicando otras obras. 49. En la A nt Alianza no hay más que figmas y espe- nnzas; pero en la m1:•va Sl' verifican las consoladoras realidades. Se cumplen las pr¡ifrcías \ n·,·elan profundos misterios. La,; ideas misiona]1,s 1·11 el :\' uvYu Testamento son abundantísirnas y de claridad nkridiatw; ¡wrn rn un 11:inual no es posible ni opor– tuno enumerarlas todas. Selffcionarernos las más principales, te– niendo por divisa, cnmo hemos hecho anteriormf'ntP, d univer– salismo de la Iglesia y la i•ocaci<Ín d,! fas f(<'nfes. § I.-Los Santos Enmgelios 50. Misión universal de Jesús.-Las escuelas rabínicas del tiempo de Jesús enseñaban que Cristo era el Redentor del pueblo judío y su obra se restringía a la restauración de los bienes tem– porales, a n'alzar el prestigio y la potencia dP Israrl, como en los tiempos de David y Salomón. J\lg-unas tl'orías racionalistas de nuestros tiempos siguen corrientes muy parecidas. U nos dicen que Jesús no pensó en salvar a su puehln; otws, al contrario, que vino exclusivamente para él; y otros, lini1·11cln los dos extremos, ponen dos momentos en su ánimo, a saber : en el primer momento J es1ís pensaba únicamente en su pueblo; pero en un sq.?;trndo rnorHLi1to, viendo su fracaso, cambió de idea y pensó en todo el mundo ( 1). La doctrina católica afirma que Jesús es el primer misionero universal de todo el mundo. Su vida, su apostolado, su doctrina abrazan todas las gentes, sin límites en el tiempo y en el espacio. En los Evangelios se nos habla, repetidas veces, de una misión recibida de su Eterno Padre, que, substancialmente, es siempre la misma: la salvación eterna de la humanidad c1tlpable. Por San Juan nos dice: De tal manera amó Dios al mundo, qiie le dió su Unigénito; para que todo el que crea en f:l no perezca, sino que (1) Cfr. VITTI, S. J., Gesil e l'apostolato missimwrio, en '.l'eologia e Missiont, p. 141-142, Roma, 1943.
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