BCCCAP00000000000000000000631

46 ANTIGUO TESTAMENTO. - PROFETAS las estrellas del cielo ni medir la arena del mar; así multipli– caré la descendencia de nú siervo David, y los Levitas mis ministros (22). Como se ve, anuncia también el sacerdocio me– siánico. 36. Ezequiel.---Sumamente simbólico, elegante y vehemente en su estilo, ocupa un puesto singular entre los Profetas. Es lla-– madu el Profeta de la fidt'lidad divina, porque anuncia y da espe– ranzas al pueblo de que Dios será fiel en los castigos y en las promesas. La destrucción vendrá sobre el pueblo de Israel ; de su humillación hará Dios salir un humilde tallo que crecerá en árbol gigantesco, donde vendrán a cobijarse todas las aves del cielo. Es como decir que l'l reino mesiánico comenzará con modestos brotes, pero llegará a toda su gloria, extendiéndose por todo el universo, reuniendo bajo su trono todos los hombres, donde en– contrarán su nido de paz y de justicia (23). Semejante compara– ción hizo el mismo Salvador de su reino en la parábola del grano de mostaza (24). En el capítulo XXXIV se lamenta de los malos pastores de Israel que, en lugar de apacentar con pastos saludables sus ove– jas, buscaban su propio interés, y refirit'-ndose a su pueblo, rebaño sin pastor, le dice para su consuelo : <<Yo suscitMé sobre ellas (sus ovejas) im Pastor que las apaciente, a mi siervo David (Je– sucristo): él las apacentará y será para ellas verdadero Pastor. Y o seré entonces el Dios de ellos (todos los hombres de la tierra), y mi siervo David será príncipe en mt•dio de ellos)) (25). Este pasaje nos trae a la memoria la parábola del Buen Pastor que se lee en el Evangelio de San Juan (26). En el capítulo XXVII des– nihe la opulencia de Tiro, en la cual algunos expositores ven la magnificencia de la Iglesia, que es como una nave cargnda de ricas mercancías (27). Los últimos capítulos figuran el reino me– siánico bajo los símbolos de un templo vastísimo erigido en un monte alto, el culto levítico esplt'-ndidamente restaurado, tierras admirablemente fecundadas, entre las doce tribus y los extranje– ros igualmente distribuídas. Con estos símbolos St' descnhen la (22) Jer., XXXIII, 9 y sigs. (23) Ezeq., XVII, 22-24. (24) Matth., XIII, 31-32. (25) Ezeq., XXXIV, 23-24. (26) Joan., X, 10. (27) Ezeq., cap. XXVII.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz