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np10 masculino y femenino, uniéndose, produjeron la armC111Ía. Tres produjo la universalidad de los seres (6). Lai,-tseu enseña un nwdio curioso para ohtener la inmorta- 1idad. Duranlt' la vida, el principiu ;;ita!, que se nutre de aire, 1 ·l'gula la respiraci<'m, manteniéndola r·n calma y tranquila. En– tonces rnncibe en sí mismo el emhrit 0 H1 de su ser futuro, a manera 1 ¡uc la ¡:;allina va formando su huevo. Cuando el f'mhrión llega a pesar siete onzas, Pstá t>n disp,osición dP emprender su vi~jc al otro mundo y abandonar su cadáver. b) La moral consistP f'.11 la negación de toda actividad y <le tuda alteración. El ültimo grado de perfección es no obrar y llegar al colmo Je! vacío. La YPrdackra ·,;abiduría consiste t·n t,sperar en paz el descanso dP ultratumba; es 1wcesarin c1holir las leyt;S, vaciar las cabezas y Ilenar los vst<'.lmagos; la i:ida pres,·nte no importa nada, ni dPbemns prencuparnns por ella; al contrario, lo que sigw' lo es todo. Los principios del taoísmo han tenido una nefasta influencia en 1a mentalidad china, impidi :mlo t~I pro– grrso y la moralidad. En 948, un bonzo japont~s, llam:ldo Tiao-jan, presrntó al empe– rador T'a1-snng l;í historia dt· su patria y la genealogfr1 divina rle la familia imperial. El em¡wrador se impresionó mucho y con– cihi <) también dt·seos de ser divino, como su colega japonés. La mw,rte le impidi{J realizar sus proyectos, pero los llevó a cabo su ambicioso hijo Tchc11, quien creó el Neo-taoísrno o el Shintoísnw Sínico, aprcm·cl1úndose del descr{,clito en que había caído el primitivo taoísmo. En t·l 1008 empez6 a tener revelacio– nes dP una divinidad que él juzgó Pía el primer antepasado de su familia. Y en 1015 dt'claní solemnPmente que la divinidad que SP le había revelado era t'I Siiblimc Soberano; por consi– guientP, el t'mperador, In mismo que el Mikado, era hijo de Dios. Los taoístas se hicinon ministros e intérpretes de la nueva reli– gión del Estado, que hasta la actualidad conservan templos y SPctiaces Pn el Celeste Imperio. 674. III. Confudonismo.--C11nt,,mporárwo de Lao-tseu fu(· K'ung-/11-tscu, conocido por el nnmhre, latinizado por los mi– sioneros, de Confucio. Sus psfuerzos se dirigían a restablecer las antiguas tradicinrws. Así como aquél tenía tendencias más bien filosóficas, éstp se preocupó más de la práctica y de la política (7). El C(lnfucionisrno es un sis1,,ni:1 de doctrinas mora!Ps, sociales y ((i) Cfr. GONZÁLEZ, o. c., p. 54. (7) Cfr. CARMINATI, o. c., p. 103 y siga.
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