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QUINTA l'AHTE. ll1': LAS HlcLH;IO'.\J•;S. l'·\P. IV S. J. : Cristi11ncsi11w, Huddhismo, :Vfaníchei.1mo nell'1lsia. Antica, Roma, 1947. 671. TratAndosP del problema religioso del vasto y antiquí– simo Imperio Celeste, es imposible hacer una exposición sinté– tica por la hetnogeneidad de rPligionf's y los cambios profundos que sufrieron a trav<-s de los 1s. Para no ,·xceder los estre– chos límites de que disporwmos, diremos algo sobre las tres for– mas predominantes. 672. I. Religión primitiva.---El pueblo chino es de origen occidental. Las prinwras tribus se establecieron en la cuenca del río Amarillo, hacia el año tres mil antes de Jesucristo, en el que s¡• van manifestando como pueblo distinto, relativamente poco numeroso, que ti,,rw sus ideas y sus costumbres propias diferentes de las de los pueblos aborígenes (l )· En todo ese lapso de tiempo, hasta el siglo v1 antes de Jesucristo, prPclomina la religión que hPmos denominado primitiva. a) Los antiguos chinos admitían un )er Supremo, que lla– maban Sitblime Cielo, S11blime Solierano, t't,., que da, conserva o quita la existencia ; es autor de todas las relaciones, deberes y leyes; observa los hombn·s, premia y castiga, según sus méritos o deméritos; de él vif'ncn la abundancia o la escasez, la adversi– dad y la prosperidad, y el emperador no t'S más que su manda– tario (2). b) Se le inmolaban vírtirnas, qut' ordinariamente eran bue– yes. En los acontecimientos de mayor importancia se le infor– maba por medio de una hoguera, ericima de montañas, cuyo humo era el mensajero que transportaba las noticias. Era grande la ansiedad que tenía11 en salwr si estaba contento o descontento, favorable o desfavorable; para lo cual S(' examinaban los cuerpos celestes v los meteoros terrpstres, se recurría a diversos métodos de astrología, de magia, superstic:ión y bf 0 chicería (3). Sólo al <'mperaclor era permitido adorar, orar y comunicar con el ((Cieloll, a los demás estaba se-vpramente prohibido. e) Eran objeto de culto sn:undario otros seres trascenden– tales, los Man es o espíritus tutelares, protectores de los montes, de las mieses, de los ríos, Ptc. Era comtrnnwnte admitida la super– Yivcncia del alma y prnfrsahan vPnPraci(J11 a los mtwrtos. Como n¡,,dium para ponnse en romunicnci6n con ellos se servían dP una (1) Cfr. L. WIEGER. La Rclipión dP los chinos, Pn Christus, p. 138 y sigs. (2) Cfr. L. WIEGER, en Christus, p. 138. (3) Cfr. WIEGER, o. c., p. 140 y sigs.
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