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QUIN'L\ PAHTE. !JE LA" HEL!(;[<J:\I:S - CAP. ITI 501 monaquismo bi'ldico, de riguroso ascetismo (1). Su éxito prose– litista SP debe a la psicología fantástica y religiosa de la India, a la admisión de todas las cnstas, incluso las despreciadas de la sociedad; a la fácil adaptación de los cultos regionales, sin ex– cluir a las divinidades femeninas, ni el culto obsceno de los <";i– vaítas. Se dice que vivió más de ochenta años, y su sistema filo– sófico-moral se propagó rápidamente por la China, Ceilán, Corea, Japón y Siam, siendo considerado como el salvador de toda la India, en la que se le tributa un culto especial (2). 2. La idea fundamental del budismo es que la existencia es un continuado sufrimiento, resultante de pasadas transmigracio– nes a través de toda clase de cuerpos. La suprema perfección del hombre es librarS(' de ellas por mr;dio de la extinción o aniquila– miento individual del yo personal en el Nirvana. ¿ Qué es esto? Ya hemos dicho qur; no es definible. Se contentan con denomi– narlo un estado beatífico, una inmortalidad, un reposo absoluto, un vacío, etc. 3. Junto con la concepción pesimista de la vida y cierto grado de escepticismo, aparece también el atf'Ísmo, pues en los budistas, máxime los antiguos, no se <'nctwntra la afirmación de un Dios personal y trascendPnte (3), no se preocupan de su existpncia. 4. La idea capital de la étira biídica tiende a la extinción de toda actividad, para llegar a b absoluta impasibilidad. En sus manifestaciones posteriores es bastante elevada, tiPne mucho de parecido con la estoica y se aproxima, en parte, a la cristiana. Sus prcscripcionPs se condensan en Pl pentálogo siguiente: No matar, no robar, no cometer impurc:::as, no decir mentÍTas, no embria1;arse. \,akiamuni señaló. además, otros seis preceptos po– sitivos: la limosna, la virtud, la paciencia, la aplicación, la con– templación y la sabiduría ( 4)- Estos prrceptos morales sufrieron en el transcurso de los siglos hondas alteraciones, adiciones y drformaciones. 5. La filosofía, la religión y la moral del budismo nos pre– sentan cuadros policromados Pn los que aparPCen bellezas singu– lares, notables contfastes y fbgrantPs contradicciones. ;\ lgnno•: hudófilos han r¡uerido parangonar al budismo con el cristinnismo. (1) Cfr. L. DE LA VALLÉE Pocssi,-; PTI Chrislns, ¡,. :rn1, sigs. (2) Cfr. P. MrcnEL LEnm·s, S. J., I,e Prns,ªlylisme rlnl'trinal ,/-u Bmuldhism,: Indicn. Pn l.( s conr( rsion". t 'r,1nrd{'·l't 1!\11.l 1:t :,ulU{•idl' St~nL dP ::\Iis~. ,1P Lou- vain, 1930, p. 78. (3) Cfr. C. GON2'ÁLEZ, Historia de la Filosof., t. I, p. 39, Madrid, 1886. (4) Cfr. C. GONZÁLEZ, o. C., p. 45.

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