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CUARTA PAHTK Sl".C. I. CAP. Y!!. AHT. III 425 de tanta sangre derramada, hay todavía más de mil millones dt'. infieles. ¿ ~enirú esto para hacernos desfallecer y hacer desistir de la empresa? De ninguna manera; antes al contrario, el intenso prost·litjsm() qut· ha despertado t>Stos últimos años entre los católicos delw hacernos esperar que est' númeru tan elevado de infieles di;;mínu,a rápidamente. En ef,·cto; cada año las conver– s101ws st· n·n aumentar considerablemente, todo lo cual, unido al celo y \·in, íntt•r{'s que por 1,1 ()hra dt· \;¡;; misi01ws h,111 dt·!w traclo y siguen dt·rnostrando los Sumos Pon!Ílices, ,.¡ Cl,·r·, secular. lo•; Institutos misioneros y hasta el mismo pueblo cris– tiano, nv; debe hacer mirar el porv, n ir con franco optimismo y hacernos c,·eer que asistimos al principio dt>l fin, es d1:cir, a la última de las cruzadas misionales qu(' conquistará para el Evan– f'.·(·lio a to"clos los pueblos d1· la tierra. A consecuen,:ias de la seg-und:i gw~rra mundial las misiones han sufrido un terrible golpe, pero el espíritu misional v m1s10- Pero continüa Yigoroso en la jerarquía y ,.·n el pueblo fiei. De las ruinas de la guerra la Providencia divina sabrá sacar las piedras ,fr, la recon..;trucrión y abrir nuevas rutas al ejército evangelizador.
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