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424 En Colombia estuvieron los jesuitas deí 1842 al 1850; en d 1893 volvieron los agustinos, y con ellos trabajan con mucho celo e intensidad los capuchinos. monf,;rtianus, carmelitas y nueva– mente los jesuítas desde el 1928. La pr fectura apostólic; de San Jorge fué confiada el 1924 a l,,s misioneros del ,'-;f-minarin dP :\Ji– siones Extranjeras de Burgos. Los frailes menons poseen en Bolivia los vicariatns del Beni, Chaco y Chiquitos, y los oblatos de María Inmaculada. la pre– fectura del Pilcomayo (Paraguay). Varios distritos confiados a diversos Institutos existen también en Pl Perú, Ecuador, Guaya– na británica, francesa y holandesa. Durante los siglos XVII y XVIII trabajaron intensamente en Venezuela los dominicos, francisca– nos y capuchinos, de tal modo que el país se hizo casi todo cató– lico. Actualmente los capuchinos tienen finrf'cientes misiones en el vicariato del Caroní (1922) y en l\Iachiques (1943), y los sale– sianos, en el ,\lto Orinoco. El Gobierno protege las misiones y favorece las reducciones de los indios. De las breyes indicaciones hechas resulta que, después de la inmensa labor evangélica de los misiC1neros iberos, que lograron formar tantas naciones católicas en sus posesiones americanas, todavía quedan grupos y tribus de paganos que, con la gracia de Dios y los esfuerzos constantes de los misioneros, se espera reducir a la fe católica. ARTÍCULO I II EL PORVENIR DE LAS MISIONES 586. Hemos dado una rápida ojeada a la historia de las mi– siones; hemos visto los gloriosos principios del Evangelio, su rápida difusión por el mundo, sus triunfos, sus vicisitudes, sus dificultades y hasta sus pasajeros eclipses. Por delante de nos– otros han desfilado muchos héroes de la fr, que con el Evangelio en la mano y la Cruz en el pecho se han lanzado a la conquista de los pueblos y naciones, no para sí, sino para Jesucristo; desde el Príncipe de los Apóc;toles, que es también el Príncipe de los misioneros, hasta el oscuro soldado de la fe, que muere de frío <'11 !os hielos df' Alaska o de sed en medio del desierto, al ir en busca de las ovejas que no son todavía del redil de la Iglesia. A pesar de tanto trabajo, de tanto heroísmo, de tantos sudores,

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