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CUARTA PARTE. t,EC. l. - CAP. VI. -AHT. VIII 401 Ricardo de Santa Ana (t 1622), Apolinar Franco (t 1622), Anto– nio de San Buenavt"ntura (t 1628) y otros. l\lerece especial men– ción Ludovico Sotclo,· que en 1613 fué enYiado como embajador al Pontífice Paulo V y al rey de Esp;-iña. A su regreso fué dete– nido por varios años en Filipinas y llegó al Japón el 1622; apenas desembarcado, fu(, encarcelado y murió quemado a fuego lento el 1624, cantando d T(' Dcum (1). ".\1uchos otros misioneros fueron rriartiriza<los, no cesando la sangrienta persecución hasta exter– minar el catolicismo en el Japi'rn, cuyas puertas estuvieron cerra– das para el cristianismo hasta fiiws del siglo pasado (2). 559. La fe penetró en Corca por los miembros de la embajada l'(Jreana 4m' iban a Pddn y trataban con los misioneros. En 1784 Ni-Seung-Hnun fué bautizado con t'l nombre de Pedro; volviendo a su patria, bautizó a sus compañt'r(ls e hizo propaganda del cris– tianismo. Que la fo dt· éstos fuese sólida ln demuestra el hecho de que dos coreanos, Pablo Youn y Jaime Kuuen, en 1791 se dt>jaron matar antes que ofrecer sacrificios a la muerte de sus parienll'S. En 1794 un sacerdote chino, Jaime Tjyou, fué enviado a Con::i, donde encontró va 4.000 fieles. LA"- MISIONE:; K\ t\FHICA 560. Bibliografía.--E. u'ALEN<;oN, O. F. M. CAP.: Essai de bilJliographie congolaise, en Neerlandica Franciscana, 1914, t. I, p. 251-52.-BECCARI: Rerum aethiopicarum scriptores occidentales inediti a saeculo XVI ad XIX, 14 voll., Rum:,e, 1904-Hll9.---Bn,:HYE'-:ITRA DE CARROCERA, O. F. 1\I. C\P.: Los Capuchinos esp,111oles en el C'ongo y sus trabajos en pro de la forma– ci6n del clero indígena, flJ España J,,fisionera, 1945, t. II, p. 183-206.-lDEM: Los Capuchinos espmioles en el Congo y el primer Diccionario congolés, en Miss. Ilisp., 1945, t. II, p. 209-230.-FLORENCIO DEL 1\'1f;;o JESÚS, C. D. : La :\fisión del Congo y los Carmelitas, Pamplona, 1929.-FR \'S'CISC'O Ro– ~IANO, O. F. l\f. CAP. : Breve rela~ione della missione dei Cappuccini al (1) Cfr. Hü!ZAPFEL o. e., p. 484-485. (2) Dice el P. BFE"Amll"º Lr.ofü•A, S. J.· «I.a eaza brutal contra los cristianos fu{, continuada por Jpnut?.u de,,qic- lfl2(L Los cristianos, y menos los misioneros, no l'('lHHan; 1nuchqs 1nisioneros t~ntraban ocultampntP en el Japón, donde les aguardaha el rnartiriu. Los barcos c1uP llPgahan q PtH?rtas japonesas eran cuidado– sa1ne:1tP L'Xarnina<los; tenlo cr·ü;tiano Pra quf•tnado sin compasión. Se llegó a exigir de to1lo c)xtranjero que pisotPara el crucifijo, Pero en n1Pdin de todo, los cristia– nos dh:ron ejcn1plo ~.uln1irahle. Se c.·onoc0n noininalrnPnte 3.120 nu'irtires y se tienP noticia tle n1ús dQ 200.000 rPtlueidos a la ültin1a n1is0ria o desterrados por su fe.» Manual ele llist. Ecl., p. 634, Barcelona-1\Iadrid, 1942. 26-M

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