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1-! NOCIONJ<;s PRELil\IINARES. - OB.mTO DE LA MISIONOLOGIA 8. Objeto de la Misionología.-El objeto de la Misionología como el de toda ciencia, puede ser material y formal. El objeto nwlcrial lo constituye todo aqu<·llo que, <le una manera o de otra, cae bajo t'l estudio <lt• esta ciencia, como los países de misione.s, <'l personal misionero, los infieles, etc. El objeto formal es la ra::;Jii especial por la cual se estudia el objeto material, que no es otra qut· la conversión y sah·acil'in de los infieles, herejes y cismáticos, mediante la propagaciún de la Yer<laclera fe y la extensión univer– sal de la Iglesia católica. Por el objeto formal se distingue la Mi– sionología de las dt·mús ciencias ali1ws. 9. ¿La .Misionología es ciencia ?-Si s<' consideran la varie– dad de sus elemt'ntos ma!t'rialt's y las rnúltiplt'S rclaciunes que t Ítine con lus demús ramos del liumano saber, tanto sagrado comn profano, put·de parecer, a primera vista, que falta la unidad ne- 1·t:saria para formnr una verdadera ciencia; pero esa unidad no la dt•lwmus buscar en el objPto material., sino en el objeto formal. Santo Tomás dice: «Est e11irn unitas potentiae et hahitus consi– deranda srcundum objt·ctum, !1()11 quickm matnialitvr, S<'d secun– dum rationem formalt•m objecti» (56). La razón formal que une todas sus partes en un conjunto compacto y ml't1'i<lico <:S la evan– g-elización del mundo, la plantación y consolidación de la Igle– é;ia, única y verda<lera en toda 1:t tierra, a fin de que to<los lus hom– bres puedan disporwr de los medios cornu1ws dv salvación y san– ¡ ificación. Todos los ekmentos matt,riail's se consideran bajo este punto de vista y se unen t·n estn razún formal (57). Algunos se preguntan : Si es una ciencia, ¿ dúnde ~:1· tiPbe colocar? No cabe la nwnnr duda que pert<'IH'Ce a la Tt·ulogía, como la park al todo. :'\o St' la ptwd,· considt>rar como un ciencia absolulam1'ntc indepen– ,!it>nlc de la Revelaciún; pero bit>n st· la pu¡idt• contraer a una nntnia más propia; dar nna finalidad más concrr,ta a sus princi– pios; detl'rminar su objeto bajo una sola formalidad qut' próxi– manwntc la especifique. En ('Slt· Sl'ntido, no dudamos en conce– d,•r;a una cierta autonomía sul1a/frrna, distinta realmente de la ciencia subalternante. :\sí como t'n el curso teológico Sl' compren– den la Escritura, la Dogmática, la Historia eclesiástica, la Patro- niat(rial, fornuz!, rflchntc y flnnl. Si biPn no TH't':an1ns la posihili1hHl de una tal diyisiún, sin errÜJHlT,o, hasta el ¡wPst'nlf\ 110 st• ha rPali?atlo E-iatisfactoria1ntlntP el ¡iroyectu. Cfr. ,\. l'FHBAI,, O. 1\L I., Pren1iiTes lerons de théolouic missiumwire, p. 107-124; P. CHARLES, s. J., IA•s [)ussirrs ... , vol. l, faSC'. I, p. 35-36, Louvain, Hl'.l8. (5fi) I, q. I, art. III. (57) C. CARMINATI, U. c., p. fi.

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