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LAS l\HSIOXES DE A:\IERICA Y FILIPINAS mado luego por Pi Papa (2)- Se le puede considerar como el Pri– mer Vicario Apostólico de América. Después, una legión innu– merahle de misioneros de todas las Ordenes religiosas y del Clern secular ;nvadieron el N1wvo Mundo con la ambición dt• conquis– tarlo para Jesucristo. 529 bis. Misiones de los franciscanos. -En la imposihilidad materia'. de ,itar aquí los nombres de todos los misioneros que ganaron fama inmortal en el Nuevo l\Tundo, ni d,~ narrar sus glo– riosos hechos, nos limitaremos a citar tan sólo algunos dt' los más célehr<'s y hacn un breve resumen de los trabajos de las distintas Ordenes e Institutos t'l1 la evangeliz;ici<Ín de .\mérica. Es conocida la influencia que los franciscanos dP la Rábida, en e"'p, cic1.I lns PP. Antonio ele ~Iarr:hPna Y J mm Pérez, tuvipron Pn la emnresa de Colón (3). 'Parece muy nrnbable que f'.l P. Anto– nio dP l\hrchena acompañó a Coli'rn Pn el segundo viaje (1493); pero ,·s cirrt1J que marcharon en -;u compañía dos franciscanos belg-as (\t>l convPnto dP la Observancin dr Ath (Hainaut), fray Juan de la Deule y fray Juan Tisin (o Cosin) (4). Después conti- 111mmente la Orden franciscana envió numerosos grupos de mi– sioneros al mP·vo v vastísimo campo dP apostolado (5). Los franciscanos comenzaron por evangelizar las Antillas, y pasaron bien pronto al cnntinente, donde se distinguió el P. Que– vedo, nombrado m(1s tarde obispo de Darién (1513). el primero <le la Tierra Firm". Docf' franciscanos entraron en l\Téjico a raíz de la conquista de C'nrtt's (1524), entre los que merecen mención especial Fr. Martín de \'alencia (1534) y Torihio de Benavente o l\Iotolinia, autor c!P una célebre historia dP aquellas misiones (6). Aunque al principio estns misioneros consiguieron pnco fruto, debido, tal vez, a que los mejicanos habían quedado resentidos dP la conquista, f'S lo cierto que al poco tiempo había ya cristianos suficiPntps para fundar una di6cesis, de la que fué nombrado obis– po el franciscano Fr. Juan de Zumárraga (1528), quien, aparte de sus trabajos apostólirns, mereció bien de la cultura v de la (2) Cfr. L. llE 1 \8PUUZ, Ihld. (3) Cfr. A. LóPEZ, O. F. M., P'r. .Juan Pérez 11 Fr. Antnnio de Marchcna, ¡,ro tectores de Cristóbal Colón y lns Pinzones, Santiago. UJ38. (4) H. LIPPEXS, O. F. !\i., De Fr. .Jnanne de la Deulc, Missionario Americae, en .-1rchi1'Um Frane. Hist., 1934, t. XXVII, p. 6'.l-75; L. ASPUUZ, o. c., p. 46 y sigs. (5) Cfr. H. HOLZAPFEL, Jfanuale Hist. Ord. Fr. Min., p. 451. (6) A. LóPEZ, O. F. l\I., Fr. 'l'oribio Motolinia, en Illurninare, enero-frbrPro, 1931; lDEM, Los doce primeros apóstoles de Méjirn, en Bibliotheca Hisp. Miss., t III, p. 201-227; H. R1cARD, La Conquete spirituelle du Mexique, Paris, 1933.

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