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l\1TSIONES ENTRE LOS PHOTESTA'.\'TES 1 Ausg., 1878, 20 Ausg., 1924. - S. L,ffRE:-;1n s .\ BR11'Dcss10, O. F. M. CAP. : Lutheranismi Ilypotyposis, Of'crn onmi,L vol. II (part. I-III), Pa– tavii, 1930-1933.--,Scmnnu:-;, o. r., p. 202-215. 523. Al comenzar la Edad Moderna, una triste y lamentablf: defección vino a arrancar a la Iglesia parte de las conquistas hechas con tantas fatigas en los siglos anil'riorrs. Nos referimos a la Reforma protestante (1517), que, bajll las mndalidades de luteranismo, calvinismo y anglicanismo, arrebató a la vPrdaclrra fe católica casi todo el norte de Europa. La falsa Rdurma se extendió rapidísimanwnt¡• entre los reyes que codiciaban apoderarse de los cuanti(lsos bienes del clero y satisfacer sus Yiciosns apetitos ; r ntre los rn telcctuales que no po– dían sufrir, wmo ellos decían, la tiranía dogmática de Roma; y entre gran parte dr:I mismo pueblo, que ha deseado siempre amplia libertad para vivir a sus anchas, sin trabas ni sanciones. La Iglesia católica, aunqur sintió profundamente la pérdida de tantos hijos suyos, no se desanimó por eso, sino que volvió a acometer la empresa de convertir nuevamente a la fe a aquellos pueblos que de ella se habían separado, reviviendo con este mo– tivo el espíritu misional. Legiones de misionrros del c!Prn secu– lar y dP las Ordenes religiosas se lanzaron decididamente al cam– po dl' la herejía, recorriendo incansables AIPmania, Suiza, Ho– landa, Inglaterra y los países escandinavos, logrando rn unas partes contener el avance de la Reforma, y, en otras, Yo!vif~ndo al seno de la Ig!rsia a muchas almas Pngañadas. 524. La Compañía de Je¡;;Ús.-Es va cn'rncia comün entre los católicos que la Compañía de Jesiís.foé suscitada (1540) por Dios, providrnci:1lm, rite, parn <>p!>llf'rb a la Rd"nrma prntPstantr. pues ambas nacieron casi simultáneamE'nte (1). Ya desde sus principios, comenzaron los jesuítas a ejercer su misión entre los protestantes, pues tres de los primeros compa– ñeros de San Ignacio fueron enviados por el Papa a Alemania: Pedro Fahro, Le Jay y Bobadilla, qui,'nes con la predicación, con el huen ejemplo de su santa vida, con la práctica de los Ejercicios Espirituales, cuyo Pmp1E'o dió magníficos resultados, i:;anaron muchísimas almas para la Iglesia. Ninguno, sin embargo, de estos celosos misioneros jesuítas (1) Cfr. P. P. LETURIA, S. J., El plan misionero de Montmartre, Siglo dP las Misiones, n. extraordinario, diciembre. 1929.

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