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370 EDAD l\IEDL\. SEGCKDO PEHlOlHl cómo franciscanos audaces penetraban en sus tierras, tales como Guilh·rmo de Rubrouck, Gentil de T\Iateli! a ( 1340), Odurirn <le Pordenone, quien l'l año 1318 se dirigir'¡ a Oriente, pasando por Constantinopla, Trehisnnda, Pl'rsia, S11matrn, JaYa, BPrneo, Cu– c'hinchina; y llegando, por fin, a Cant('m, penetró en la capital del Imperio Chino · l año 1325 (4). 517. Juan de Montecorvino.-Espe<·iai mención merece entre todos los misioneros del Extremo Oriente Juan de Montecorvino, franciscano, quil'n, Yaliéntluse de su ralidad de embajador, pre– dicó el Evangelio en aquellos paÍSt's (1278-1328), con tal éxito que ganó para el catolicismo hasta algunos príncipes mongoles, fun– dando una florccit•nte cristiandad de muchos miles de fieles. El año 1289 <lió cuenta al Papa del éxito obtenido, y le rogó le en– viara misioneros que le ayudasen. El Papa, condescendiendo con sus deseos, le <lió algunos compañeros franciscanos, y después, al nombrarle arzobispo de Pekín (1307), le <lió facultad para que consagrara él mismo, de ,'ntre sus compañeros, todos los obispos sufrngáneos que creyera conveniente. Querido de los mongoles, que le veneraban como santo, y del mismo Gran Kan, que gustaba de tenerlo consigo y conversar con él, murió en 1328, dejando una Iglesia muy floreciente, que se mantuvo hasta el advenimiento de la dinastía indígena de los í\ling (1368), qt1t· persig11ió a los cató– licos, hasta hacerlos desapan,c,·r casi por completo (5). 518. Raimundo Lulio (1236-1315)---EntrP todos los m1s10ne– ros del siglo XIII ninguno desarrolló actividad tan variada y asom– brosa como este hijo de San Francisco, mallorquín, gloria de Es– paña y de la Orden franciscana, a que pertPnecía en calidad de terciario. Aprendió el árabe a costa rlP grandt·s s,wrificí(Js en su edad madura, con el fin de poder predicar personalmente el Evangelio a los musulmanes v moros del norte de Africa, con los cuales dis– putaba sobre cuestiones de religión, pasando en este apostolado innumerables fatigas, desprecios y malos tratos, sostenido siem– pre por su ideal, que no era otro que el convertir al Evangelio a aquellos irreconciliables enemigos de Jo<; cristianos. (41 MA~'ROD, Sotes sur le voyaqe de Fr. Jean de Plan Carpin, Parls, 1912; J. DE GHEI.LINCK, S. .J., Les Franciscaines en Chine aux XIII-XIV siecles, Gem– blour, 1927; H CoRDIER, Les vo11aqcs en Asir au X Ir siécles du bien heureux Fr. Odoric ele Pordennne, Paris, 1891. (5) '.VtNGAERT, Notes sur Jean de .Unnt Cnrvin, Lille, 1924.
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