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354 EDAD A:ST!Gl \_ SEnGNDO PEIWJDO tigable en la conversión de infieles y herej sufriendo por esta causa persecuciones y fatigas sin cuento. San Atanasio (373) y San Ililario (366) son célebres por sus luchas con los arrianos. San Cirilo, con los 1wstorianos; San c\gustín (430), con mani– queos, d, 1 11atistas y pelagianos; San Juan Crisc'istomo (407), San Ambros:u (397) y S,rn Jerónimo (420), contra toda clase de here– jes, de tal manera que bien puede decirst· qu ellos fueron el ~,ostén de la Iglesia en ar¡udlos siglos de lucha. 494. Misiom's en AbiRinia y Arnwnia.-- i por dedicarse a la conversión de l()s her¡,¡¡•s dt·jarun lw, misi()Ilt'rus católicos aban– donadas las misiones entre infieles, sino que siguieron con celo in– fatigable trabaj;1ndo en su conYcrsiún, así dentro del Imperio Romano, donde aun qurdaban muclrns, como en las regiones vecinas, en muchas dP las cuaips ya habían entrado anterior– mente. AlJisinia, o por otro nombre Etiopía, cu:·as primicias fu<: el Eunuco de la reina Canclaces, convertido por el diácono Felipe. y en donde, según la tradición, había predicado con extraordi– nario fruto el Apóstol San l\Iateo, vió muy pronto extenderse por su territorio numerosas cristiandades. Pero los verdaderos apóstoles de Abisinia fueron los santos Frmnencio y Edesio. Con pn'texto ele acompañar a un sabio de Tiro rn un viaje de exploración científica, ¡,stos dos jóvenes audaces penetraron en aquel país. Asaltados en el camino y hechos prisioneros por los indíge– nas, fueron conducidos a presencia del rey, que los recibió con benevolencia y les favoreció mucho, permitiéndoles que predi– caran libremente el Evangelio en todo su n·ino, lo que practica– ron ellos con grandísimo celo, sobre todo después que Edesio fué ordenado sacerdote v Frumencio obispo de Abisinia (328). La Iglesia abisinia floreció bien pronto y el catolicismo se exten– dió rápidamente por todo el país, siendo necesario crear nuevas diócesis. El catolicismo floreció allí durante muchos afius, apoyado por los reyes, hasta que a fint·s del siglo vr los hen-jes monofisitas, después de algunas frustrarlas tentativas, lograron dominar en el país con el nombre de coptos. Los católicos permanecieron fieles y se dieron así mismos el nombre de ':\1elquitas. Armenia, donde tanto trabajó, como vimos más arriba, San Gregorio el Iluminado, fué después evangelizada por numerosos
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