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TERCER~ PARTE. - SEC. III. - CAP. III. -ART. II 339 Otros muchos fenómenos de orden 'iocial podrían aducirse ; pero, por no excedt·r los límites de un Compendio, nos abstene– mos de explicarlos. Los lt:cton·s podrán apreciar la trascendencia d<' las cuestiones mt·ncionmlas y las que de ellas se derivan. 469. No querem!Js, sin rmbargo, pasar en silenciu una con– St'Cllt'ncia quP de lu dicho se infiNe: La necesidad del clero indí– g,'1;t1. \:ingun(1, com() los sacerdotes nativos, puede adaptarse me– jor a la índole psico]¡igica, étnica, social, política y climatérica. Sólo el negro pued,· penetrar profundamente en el corazón del negro. El blat:l'(), a pesar de su cultura occidental, será siempre un extranjero que con dificultad penetrará en el fondo de la con– ciencia psicológica y nacional del indígPna. Aun t'n el wso que, con trabajo, observación y esfuerzo obtenga un máximum de adaptación, nunca se captará las simpatías como los sacerdotes naturales del país. Los Sumos Pontífices Benedicto XY y Pío XI se dieron perfecta CU<'.nta del prublPmu, y de ahí sus cálidas exhor– taciones en pro de la formación dvl clero indígena. Mientras esos deseos de la Iglesia no lleguen a ser consoladora realidad, es pre– ciso trabajar, ohservnr, sacrificarse, adaptarse y hacerse todo para todos a fin de ganarlos a todos para Jesucristo.

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