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338 DE LAS DIFICVLT.\Drs SOCIOLOCIC.\S propio; y no tiene derecho el misionero, ¡x,,. d mcru asct'ndiente de su cultura superior, a suprimirlo todu 111 criticarlu tr)d,1. Su misiún es cristianizar, civilizar, colonizar, elevar t'n wd11s los órdenes a los seres que Jesüs le r·ncüim'nrk, (•n la porciún de su extensa 1 :iña. En lo esencial y necesario mu{•,;,trv,.;e intrn11sig-ente; en lo accidental y SH'tmdario, tolerant,~ (2,5). 467. 9- El nacionalismo.--Actualm,. ¡:te, ,.·11 algunas regio- 11,·s. t·xi,;tcn as¡sirac:ones de independen,.·i" d,· toda dnmmación t'xtranjera. Afric1 para los africanos, China para los chinos, etc. Los pueblos dPspicrtan y se ,;an dando C\li'.nt:; de sus valores inte– lectuales, morales, ,'.conómicus y políticos ... El reino de J r',ucristo es 1rni1.'crsal y no conoce fronteras; por esto, la misión d" sus enviados está por encima de todas las aspi– raciones legítimas o exageradas de propi,ts nacionalidades. Dt· consiguiente, nunca debe el misionero inmiscuirse en asuntos de esa naturaleza. Ni pretender hacer patria para sí, ni tampoco im– pedir a !ns naturales que la formen para ellos. Proceda con la diplomacia divina que exige su ministerio como embajador y re– presentante del RPy universal de las naciones (26). 468. 10. Las cuestiones sociales.-Las convulsiones socia– les no son exclusivas dP Europa, se van extendiendo por todo el mundo y llaman a las puertas de los prlÍ''.eS inci,:iii:'.a,lns. L:i crisis económico-socinL el dtseci:iilibrin de la~) rnnt lt;rn~t~ seicie(t~c!e:-; y el malestar social penetra en todnc; partes. L:,s ideas sncia!istas, co– munistas, bolcheviques y sectarias toman cada vez proporciones más alarmantes. La Oficina Intern;:1ci(Jnal del Trabajo ha con.s– tatado, más de una vez. que n;e malPstar ,S(' ,iota tambi(.n "n los países de misión. l\:Iuchas revistas misionales :it> ocupan del prnhkma. cuya solución ha de huscarse en los principios· de la S,,cinlog-b cris– tiana y enseñanzas de la Snnta Sede, aplicados a las necesidades y circunstancias de !ns países. El misionero no ddH· vivir al mar– gen de la cuestión c;ocial. ni tampoco ig-norar sus sol11cio11es, y, sobre todo, debe impedir la propagaci,1in <le la:-, ideas demagógi– cas, anárquicas y comunic;tas quP comi;,nzar1 a pulubr rn las na– ciones incivilizadas (27). (25) ('fr. F. c. RrnTLETT, o. c., cap. IX. (261 Cfr. c. C.unrINATl. o. c., p. 5(i7; H. ALLIEH, o. t'., t II. p. 448. (27) Cfr. A. An:!\"Ar, S. J., I,a industriallzarián dr los pafsf'S n-u.r1·os y nuestros m,isirn~er(J:,, t'Tl 11. ,,xtr. di:- Pl Ri,1lo dr las .1risloHCS. di<'. Hl~'.O. E. FrY IFTA1WLn. Jfisions anrl Jlachines·. en Thc Inf('T7intiona! Rcuie1u nj ]1-fss,,•inns, YoL XXI, n. 82, abril 1932; A. BossAEns, ~i. ,J .. Srnne aspectts of thc larJour prohlrrn in China_ Geneve1 1927.

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