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DE LOS l· '.IL\TEHlALES Y tilH'L\LES buena organización económica supone la pruducciún de bienes suficientes, la circulación, distrilmci<'m y consumo ordenados en los mismos. De aquí la necesidad de fomentar el trahaj(I y la agricultura, la industria, el comercio y los dt•rnús medios dt' YÍcla material (14). Son indispt nsables la honesta y tlebida indumentaria, los me– tlios higiénicos para la cunservación de la :oid'id cmpural, la cons– truccilÍil de casas, cultÍ\'O <le propiedades, etc. En la cnlonizaciún de los pueblos, (·n la civilización de los sal– vajes, ('n el estahlecimiento de ohras de bendicencia, 1:n el sanea– miento de terrl'nos, cultivo de propiedades, construcción de vías de comunicación, He., se prueba que el rnisi\lnern ha dedicado una parte de su actividad v celo a PSlns fines secundarios. De estos fines individuales resultan también otros colectivos , sociales del apostolado. 384. l. En primer lugar, ,·l estahl,·cimientu del orden fami– l:ar, sacando a los L·1-rantes y nómadas de la selva, reuniéndoles en el hog·ar doméstico con domicilio propio, formando poco a pocu los pueblos, desterrando la poligamia y d divorcio, uniendo lus cónyuges en matrimoni(J cristiano, dignificando la mujer, att·n– dicndo a la educaci¡\n ele los hijos y rl'cta formaci<'Jll dt· la familia, primera hase del ord<·n social. Ejemplo admirabl<' de ,·sto tt·nemos en las célebn·s Redw·cio;1es dt•I Paraguay y del Caroní venezo– lano. II. De las familias bien organizadas se irún formando los municipios ,las provincias, las regiones y los Estados. El régimen politico debe ser acomodado a las nec,·sictades y legítimas aspira– ci<mes del país. III. Convidendo el Estado, debidamente constituído, con la Iglesia biPn organizada, armonizados sus den:chos y deberes, Slc– gún los principios éticos y canónicos; cultivando la agricultura, el comercin, las ciencias y las artes. es como se llegará al pleno desarrollo del ser humano y cristiano. Todas estas finalidades Ja, resume PI P, Janvif•r ni las siguientes pa. labras : «Los misioneros, como maestros de primeras letras, tienen que iluminar aquellas obscuras cabecitas, machacar una y mil veces con niños. (14) I-L ALLIEE, La psyrholnqle de la L L 28-38 L IL ca¡>. IV, Pari'\ 1H2éí. in (;,"nPvP, 1~27. n. H., ,:1 J!ission~, mayo-junio 1828. P- 183 y rslon chez ls:)· ¡u ttJ1lt i-; HE:,;ny, Smnr aspf'cts of thc labour qucstinns sociak's. i:'li Bullctin
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