BCCCAP00000000000000000000631

TERCERA PARTE. SIX iL CAP. ll. - ART. IV 291 parroquiales y monacales de la Edad :'.\Iedia y muchas de las fa- mosas Universidades europeas. · Lo que hizo en los países civilizados procuró realizar también en las nuevas regiones que iba conquistando para Jesucristo. La prueba de esto la tenemos en la historia de las misiones, en lo c¡ue hemos indicado en los fundamentos apologéticos, y Hn·mo~ en la Estadística, al hablar del número de centros d"c(·ntes qul' los misioneros tienen a su cargo. Para no rep,·tir ideas y por ser una cosa patente esta finalidad secundaria de las misiones, no nns de– tenemos más en este punto. 382. b) ÜRDE~ '.\íORAL--El orden mural necesario para per– feccionar la voluntad del hombre, y en cierta manera a todo el hombre, rnnsiste, como hemos dicho, en la conformidad con la ley, en la práctica de las virtudPs cristianas y cívicas. Que estt· fin sea propio dP las misiont'S se deduce de los füws sobrenatu– rales, cuya realización sería dl' todo punto imposibk. pn•st:indien– do del orden moral, individual y social. Los misioneros, al predicar el Evangelio y toda la doctrina n,n~lada, necesaritunente deben inculcar la observancia de las lt,yes naturales, la práctica de las virtudes y aún el cumplimiento de las leyes civiles justas y conformes con el orden y la verdadera religión. La aspiración del misionero es siempre la formación espiritual y moral del hombre racional, del cristiano redimido y elevado, y del ciudadano honrado y culto. Compárense estos fines de las mi"-iones católicas con !as pr{1ctiq1s del mahometismo, que pennite la satisfacción -de las abyectas concupiscencias, el despo– tismo del varón y el servilismo inicuo de la mujer. El mahome– tano se cuidará de adquirir nuevos adeptos, pero nn rectos cora– zones que glorifiquen al Señor. ARTÍCULO [V DE LOS FII'<E'.-1 '.\L\TEHIALI~:-, Y SOCIALES 383. El tercer factor del perfecto desarrollo humano es satis– facer las necesidades de orden material. Para esto necesita un ade– cuaáo ordenamiento económico. En toda sociedad bien ordenada debe encontrarse una suficiente abundancia de bient>s corporales, el uso de los cuales es necesario para la práctica de la virtud. U na

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz