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288 DEL CLERO INDIGENA ticos, porque t'S prácticamente imposible despojarse por completo de su naturalt~za y de sus costumbres adquiridas. La mentalidad propia depende mucho de la raza, de las tradiciones, de la sangre, ríe la lengua, del atavismo, etc., que forman una segunda natura– leza. b) Por razones históricas y políticas, que constituyen una conciencia colectiva y una psicología nacional de independencia de poderes extraños, los cuales se hacen frecuentemente más odio– sos todavía por la explotación y el despotismo del más fuerte. c) Añádanse a estas causas de índole natural el prepotente nacio– nalismo moderno, las ideas re,,10/itcionarias infiltradas en muchos países, el despertar a una c·ultura superior en algunas naciones, las fáciles y rápidas comunicaciones de los pueblos primitinis con íos más civilizados y otros factores de intensa inihwncia en la vida misional, y se comprenderá la necesidad dt· la organiza– ción y formación de sacerdotes del país nativo para la estabilidad ele! catolicismo. No nos detenemos más en demostrar t'Ste punto, definido ya por los Romanos Pontífices y sostenido por todos los misionólogos mod('rtlus. Las objeciones, que algunos suden opo– ner, proce(lt-11 de prejuicios precuncebidos, ele falta de comprensión adecuada de la catolicidad y fecundidad de la Iglesia de J esu– cristo; son espíritus pusilánimes que desconfían del poder sobrl'– natura\ de la gracia, o soberbios que prefieren su parecer al de los Pastores supremos del apostolado (10). 378. Formación. - «Es doloroso ---escribe Benedicto XV-– que haya países en los que hace ya muchos siglos que fué pro– pagada la fe católica, y en donde no se encuentra clero indígena, si no es de mala nota ; es doloroso igualmente que haya pueblos iluminados hace tiempo con la luz del Evangelio, que de la bar– barie se elevaron a tan alto grado de civilización que tienen hombres eminentes en toda la variedad de artes ciYiles y, sin embargo, investidos hace ya muchos siglos por la saludable vir– tud del Evangelio y de la Iglesia, no han podido producir todavía 111 obispos que los rijan, ni sacerdotes cuya doctrina se conquiste el acatamiento de sus conciudadanosn (11). No hay duda que muchos son los obstáculos que puede haber, pero quizá en ciNtos (10) Cfr. CAHMIN~TI. ll Pro/J/ema miss, p:'.ig. 23fi y slgs. Scm,UDLIN, Kath. Mis- sionslehre .. ., pfi.~;. 2H~ V 2flJ ; i~,:-;. "!:.," G. DrI'tJX'II ¾"Y. ( 1 SS. H., Les {lricfs d( s hnliui'1H'S. t'n A utuur 1/u. prr1l)l1' 1h ra,laptatlo,, Cu111ptt· r1.>nd dt· la quat. :-:;Hr!. de, rniss., dt- L(;t1\·ah1- 1n~fi. J1 '.!O; P ..\HLu (;r•nPIIl!' Dl f'!1Tu bu}íqu1a, Hurgoi:L (11) Ma:rimum il/ud. 4ct. Ap. s, d., mm, t XI, p. 445-446.
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