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280 C01'0CDtm:>;TOS XECFSAH!OS ros, principalmente a los auxiliares, quP no son sacerdotes, como Hermanos Legos, etc., el. conocer algo de Artes y Oficios para trabajar en la cultura del país Y atraer por medios indirectos a la conversión. ¡ Cuánto partido nn podrían sarar en favor de las gentes igm)rantes incivilizadas con alg·unns conocimientos de arqu,itectura, pintnra, agricultnra, artes mecánicas, música, etcétna (7). No pocas veces se n:dt el misionno t:n la pn•cisión de hacer de Phanista, carpintt>ro. albañil, mecánico ... para construir viviendas, iglesias, capillas ... ; para culti,·ar huertas, campo~,, jar– dines ... Sr encontrará. U1mhi<"n con terrenos incultos, bosques in– franqueables, ríos caudalosos por los que tPncld. que trazar puen– tes, r,arrf'teras, vías dP comunicación, etc. Parn. todas estas cosas 0s imprescin<lihle al misionero salwr rudimentos dP ,\rtt•s y Oficios. «Los misioneros jesti/tas rnseñaron a los fieles de Filipin,,s la industria del al!{od6n y la cría de .~u,anos de seda; a los amerirnnns, b a,~rirnltura, los trabajos manuales y las artes dP la paz. Los resultados m1P su plan ciYilizador era capaz dP dar, pueden muv bien nol·arse en las RPducciones del Paraguay, en donde les fu, 1 permitido aplicarlo libremPnte. En ninguna parte hubo quizft nunca mfts bienestar material y moral. Prosperaban igual– mente las artes ütiles y deleitables. Al lado de carpinfrros, albañiles, herre– ros, se encontraban torneros;, escultores, pintores, doradores. Se fundían campanas, se fabricaban <'irganos, se edificaban molinos, se construían ca– nales. Los jesuitas alemanes, sobre todo, fueron, como ya queda dicho, los que se n•n·larcm maestros en este arte de civ:li?ar las tribus salvajesn (8). Para esta clase de trabajos, claro es que más llamados son los Hermanos Legos y los Auxiliares, bajo cuya dirección se podrán construir grandes obras civilizadoras para la misión, si antes de partir de sus patrias respPCtivas se les instruye y ejercita conve– nientemPnte en los oficios v art<'S manuales. Este es nuestro progra~na completo, que quizá a alguno le parPcerá excesi,·o; pero todo lo requieren las exigencias de los tiempos, el prestigio del apostolado y la competencia de los ad– versarios. (7) Cfr. P. FÉLIX, O. l\L Cap., Les colontes et les con1•crsions, en Les Conrcr síons. CompPtP renclu de la hnitiemP SPmaine ª" Missiologie de Louvain, 1930, p. 151 y slgs. Habla prlnclpalmPntc> de la Misión de Pun.iab en las Indlas Inglesas. (8) ·cfr. G. B., l,I v enrcndcr! el mundo, p. 51.
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