BCCCAP00000000000000000000631

TODOS OIH~ \"ilZAllOS P.\.HA LAS MISIONlcS ros. Por éstos y otros muchísimos medios, que el celo y la industria de las mujeres buenas y piadosas inventan, se pueden fa,•orecer las misiones. Para fomentar la vitalidad y causar mayor eficacia en las ini– ciativas misionales, se hace necesaria la asociación de mujeres, se– ñoritas y señoras, solteras y madres ele familia. El P. Arens (15) cita un crecido nümero de Asociaciones femeninas cooperadoras de las misiones. De los cuadros comparativos resulta que en el extranjero se ha desarrollado mús el t'spíritu de asociación feme– nina por las misiones que en España; si bien aquí no faltan en absoluto. l\Iús arriba hemos mencionado algunas (16). Dado el espíritu misional que r·n estos últimos años se ha des– pertado en España, podemos fundadamcnte augurar un pkno re– surgimiento de acción misional en las mujeres cs¡xdiolas, descen– dientes y herederas d,·1 espíritu misionero <le Isabel la Católica y de Teresa de Jesüs. 349. 5. Cruzada univcrsal.--Todos los que nos gloriamos de pertenecl'f a ia Iglesia católica d(' Jt>sunisto: rl'lig·iosos, sacer– dotes, niños, jóvenes,.. adultos, hombres y mujen•s, cultos e igno– rantes, ricos y pobres, ck cualquÍl'r clas1·, categoría o condición social qtw seamos, debemos trabajar por las misirnws c,1tólicas; organizarnos, unirnos, formar un ejército mundial, una Cruzada universal para lograr la pronta conquista del mundo infid y disi– dente. U nos podr{m combatir en primera fila, otros en segunda y otros en retaguardia: aquéllos en el campo misional, éstos en los países civilizados. l.Tnos podrtm aportar su acción, su tal¡•nto, su pluma, su predicación ... ; otros su dinero, sus bienes, su for– tuna y su benefic¡•ncia: y, todos, podemos elevar nuestras fer– v·1entes plegarias que pt,1wtren los cielos y hagan descender sobre el árido desir·rto del mundo acatólico las benéficas y saludables lluvias de la fe y de la gracia. Demos lo que tenemos, lo que po– demos, lo que somos: Impendmmis nustra, impendanius nustros, im,pendamus nos. 350. j Dios lo quiere! Jesucristo nos lo pide, las almas lo re– claman. Pm la g·loria de Dios, por la Sangre redentorn de J esüs, por la saJyación Herna de tantos millones de almas, cooperemos a la difusión clt·l cat<ili!·ismo. único qut' puedP proporcionar la 05) Cfr. AHI:Ns, o. {'., p. :_w1-:j;.;9 (.Hi) Cfr. p. ~:í;'1-::!5C, 2ttt y

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz