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TERCER\ PAHTr•; . fmc. I.. CAP. XI 265 en t·ste caso se encuentran los misioneros que marchan a tierra ele infieles; c,trns se quedan en la retaguardia y en la patria, para sustituci<'in y a_n1da de los demás; y éstos son los católicos que están en países 1iYilizados y deben coorwriir a la conquista t·spi– ritual, según su edad, categoría. sexo y condición. Pero para ma– yor eficacia cnnYie1w que fornwn diYersos batallrnws entre sí, que unan sus fuerzas ... Diremos dos palabras sobn· la organización en las diversas edatfos ,- clases sociales. 345. 1. Los NIKOS Y LAS MISIONEs.-La porc1011 mús simpá– tica del gran ejército misional t·s, sin duda alguna, la infantil. Los niños. con sus inocentes oraciones, con las pequ6ias limosnas y sac1 iticios contribuirán podNosamente a la acción misionera. Ade– mús, en sus corazones inocentes, abiertos a todas las impresiones, se debe ir formando la silueta interna, el perfil moral y el carácter psicolt'igico, no sólo de hombres cultos, sino principalmente de verdaderos cristianos. Sepan que la última voluntad de Jesüs forma parte integrante de nuestra fe y de las obligaciones de nues– tra vida. ¿ No deben acaso los niños ser instruíclos en este punto y cumplirlo con fidelidad? La enseñanza cristiana sin la instruc– ción misional no suministra al niño una idea completa dt'. la reli– gión y le priva <le los más notables estímulos de la educación (1). La niñez es un período de formación y en él sP adquieren los h! i.hi– tos que acompañan después al hombre durante toda su vida. Si en todo el pueblo cristiano debe palpitar un gran espíritu misio– nal, y si este e-spíritu debe traducirse Pn ftwrza para la expansión de la TglPsia, ec; menester que los corazones de !ns niños se fami– liarice1\ -v empapen en esta doctrina (2). Es necesario inscribirles luego en la Santa lnfoncia, PnseñarlPs en el hogar doméstico y en las escuelas, las Yentajas de la fe, la desgracia <le los que carecen de ella -v cuántos nii'íos como ellos no conoren n JeslÍs. De aquí la neresidad de que los Padres, los maestros y pro– fesores v todns cuantos están a{ frcntr dr la niñc::;, SP informen de los prohlemas misionalPs y los pnseñen a sus pequpfüwlos. Les avudarán pndernsanwnte para formar el pspíritu misional v pro- (1) Cfr. Jl'AN DE F '17.AT, u, El va1or pcdar¡6qico del ideal misionero. Vitoria, 1945. (2) Hablando c1P la Santa Infancia de•cía RPnP<lirto XV: «Nos querríamos que al sPr los niños acorridos a la sombra dP Institutos y ColPgios privados, lejos de im– pedirlo, facilitase a los niíios rlP nue>stros tie>mpos la inscripción en la Santa Infanda. Cu,ilqu!era qm• dirifa la €'ducación rlP los niños no p110de l:aeer cosa mejor qm· haC'er las veces de marlr<': y una marlre solícita df'l biPn ele sus hijos, no dPbif•ra rlPjar dp inscribirlos en la Obra ele> la Santa Infancia ... » Cfr. MANNA, o. c., p. 361.
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