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210 Es doloroso C!Jll fosar que en1 re los catc'1I icos Sf' ha descuidado estt· punto de tanta trascendencia. ;, Cuúntus son lus curn-t·ntus y s1 minarios donde la formacit'in cid1tiftc1l-mÍsÍ('IHTa forma parte i t·gTante y 1Jbligatoria dt• sus p:-1JgTama" dt· t·studio :i ¿ U1'.ind(· 1:-,;íc;t1-n :\hnual¡·s, l':\Ú!ll,·1ws, pn,ft·sor1•c; t·s¡1t·t·i,ilistz1--;, 1·tc°' dl' :\1 í– si! 1rH ,l(l~·1a ( De aquí que salt·n ios alumnos con s1'>lo 111'-' cnn,wirnienltis co– m11n1·s ,l todo sacerdn!t', sin orientaci,'>n fija y d. líniti,a t'll 1·1 ordl'n m1c.,i(Jn,d, sin bagajt• y ¡irvparatin,s mi"irnwr,>:-, aprnpiadils ..\ um– c!Uls, quizá, se lc·s manda di sin lnlwr ;ihierlo un lilirn dt• :\] isio- 11ología, sin conoct·r lu (jll\' compr<'nd,· t·sta ¡·iv1wia: :-,\IS has1·s, principios, ;1plic;wionl's, de. .\1 l!~rminar la carrt·ra podrían pre– guntar~,e muchos a sí mismos: é, <Jut''. liaría y1, si ahllra me hicie– r;,n 111isionero '?¿Cómo desplt'garí:1 mi ac!iYid,1d enln· ]()s infieles? (( Cómu me arreglaría para fundar una .\1 isiún ·¡ Con toda su bue– na voluntad, dest•os y entusiasmos, 111, sabrían c('Hno ,trrcgiarse, se expondrían al fracaso o a ¡wrdn considC'rabl('c; frutus, por falta d!' educación y preparnci1'i11 misionera, y se l!'s pu<frían aplicar aquellas pabhr,is d(· l,1 Escrit11r;i: :<1111• r·u11.,1/io C\1'1111/. 111 -pru c– liiun ... (2). Hay algunos ingrnuos que dicen: :\ mí para misionar l1l(' basta mi breYiario, mi rosario y mi crucifijo. Jesucri,;tu es quien ha de convertir los pueblos. ( :il'rtanwnit· (jtH' el' 1·ltnwnto sobn·– naturnl, la Yirt!ld y la grncia han de s,·r las prinwras fuentes y los primeros medios de todo apost()ladn. P1·r<> ni contradice, ni se opone a la ciencia misional; antes al contrari(J, t xige la debida preparación y formación cicntífica pl>r parte dt•I individuo, si no quiere oponersl' a los dt'.sig·nios dl' Dios ni frustrar, t'n todo o en part(', lrn; frutos de su apostoladl>. ,\,;í lo dice Benedicto XV en la tantas -vecrs citada Enrícli<·a .1/a.cimurn Illud. ((Punto t'S tam– bién que no dehe desrnidars1'., la dilig·ente preparación que exige la vida del misionl'ro, por mús que put•da pan•cer a alguno que no hay por qué atesmar tanto caudal dt· saber para tkmde sólo se han dr evangelizar pueblos clf•sprnYistos aún de la más t·le– mental cultura. No puede dudarse, es Y<'rdad, r¡ue, en orden a sal– var las almas, prevalecen l()s medios sohn·1iaturales de la virtud sobre la cienciaj pero también ('S cit'fto qrn', qnit·n no esté pro– visto de un buen caudal de sabt>r, S<' P11e<mtrad1 muchas Yeces con muchas deficiencias para des<•rnp"ñar con fruto el ministerio. (2) I. Mac., V. 67,