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208 DE LA FORJ\1ACION l\1ISIONERA dad, llevarán la Cruz <le Cristo hasta los lÍltimos confines de la tierra. CAPITFLO III DE LA E'ORMACION MISIONERA 285. Necesidad de una buena formación. --- El frío már– mol, arrancado de la cantera, es un bloque precioso para formar un hermoso ;.\Ioisés que llanw nuestra atención por su viva expre– sión, pPro necesita del genio de :l\Iiguel Angel que sepa cincelar en él la idea pn•conct·hida. Existen primorosos pincdl's, terso y fino lienzo, materias colorantes dt' exquisitas cualidades, pero es necesario que se combinen, adaptl·n y se usen bajo la inspiración dt· un Murillo, de un Greco o de un Velúzqut•z, para reproducir una Inmaculada incomparable, un San Francisco l'Xtático y un Cristo dolornso. ( 'incelar y esculpir en el corazón y la nwnte del sacerdote la imagen del \Trdadt·ro misionero, t·s la nhra magní– fica de la formaci<'>n v ('ducación. No basta el amor y t•I l'ntusiasmo por las .\Iisiorws; es también necesario dar al espíritu misionero una forma bit·n dl'finida y de– terminada, grabar la imagt·n del misio1wro, Sf•gt'tn (•1 modelo del mits perfecto <le todos, Jesús Rt'clentor. No hay duda que si S(' ponen t·n jm·go todos los mt>dios arriba mencionados en los Colegios, Seminarios, :\sociaci01ws, de., se producirá un ftwgo santo por las obras misionales. Los ardores dt' la juventud se explayarán por nuevos horizontes, clavarán su mirada t>n sublimes y grandiosos idPales de conquistas salvado– ras; su porvenir se prPSPntarfL lh·no de ilusiones y saturado de poe– sía. En su conciencia se oirá sin cesar el mandato de Cristo, que dice: Id por el mundo a predicar el E'liangclio a toda criatnra; y, a imitaci1'in de San Pablo, les pan•cerá que van por todo el mundo, prPdicando, convirtiendo y haciendo bien a todos. No temen ni los peligros, ni las enfernwdades, ni los sacrificios, ni las privaciones ... Todo les parecerá poco para salvar almas. Esos candidatos que, con nobles deseos y entusiasmos, se quieren con– sagrar al apostolado, es necesario que estén bien formados en el orden espiritual, intelectual y físico, para poder actuar con fruto en tan ardua empresa.