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PHil\!ETTA PAHTC. ·· CAP. IY. · \HT. III 1fí3 11pnstobdo misinnal una dP Lis funcinne, \·italPs dP la lglPsia; pertPnPcer,\ a la jerarquía. no :1 los simples fieles. RP,pom:iend" ;¡ esta "1,j ,·ciún, quP sustanrialmente es HTPt icilm dr• ];¡ precedPI1tP, dH·imnc: qup el desarrollo dP un organismo no h funci,',n de aLc~una de s1h partPs, sino dP tr•d:is v cada una; dP la rnísma m:me,·a Pl deber dP prtH'UL1r Pl ,k,,:rrollo v p:,;i¡•nsit",n <ll, la IglPsia incumbe ,1 todos ,us mÍPmhrns ,,in distin,·i<',11. «Todo Sí•t·- dicP el P. ChadPs -obra vn ,·,,antn está ,,n :icü.,, \ c.st :'t en actD por su forma. En un todo, que no PS ,w,·idPn-• t:11, sirw ,,spedficn, la f"rma de las p11rtes pe, tambitn la forma d,-1 t11do. La fonn:t d,,¡ t,,do PS, i'\ identempní<', la que debe procurar· Li ¡wri'l'<Ti(,n d,, ''"P tudP. Se si:;ll<' qui' bs part,·s dl' un todo f:'-¡wdfin,, por su 1ni:;11u forma, dd1en rrocurar t;1mhi1•n la ¡H:rfección dt>l todn. Ahora J,ien, l'n t()(los !ns ,1gentPs lihn·, l:1 rn,cesidad de ohrar s., llama obligación. LtH'.';O tndos !ns rniemhrns di• PSP (Pdo hfH'r·ífico, quP se llam:1 Iglesia, tÍ<'!1f';1 la obliL 1 ación d1, prcwurar la pprfPrC'iÓn de J;1 misnw ,n mndo quP cr,rn•spcmda a su rn•.. cimiento v desarrnllo, h:1sta 11P,;ar a las dinwnsinnes nornnles. Es!n 1·, o!,jPto dP la arth·idad misionera" (20). 3.ª En algunos pa{sps cat61icos -r• constata una disminuci{m creriPnte de ,·oc;wi<1nPs PrlPsi!ic;ticas; si a las pocas qup pPrm:mecPn se abre Pl c:i mino ¡,ara las rnisionPs, la gr0v quedar:í sin pastnrPs. Esta objPr·i6n no tiene valor práctico. Siguiendo f'St!' PritPrio, los Após tolps nunc-a habrí;m salido dP PalPstina. La pl'ÍmPra rwcesidad es E",t;1h1PCP1 1:1 Irlesia sobre la tiPrra, v Dios bar{¡ gnminar las vm·acionPs. Pnr 11n;1 quP sP rla para las misi"nes, Dios su,citadt otras muchas, comn P,t{, de– mostrado por la PXpPrienda. Los dns ¡!rancies PontífirPs de bs misionPs, RPnP<lictn XV (21) v Pío XI (22), han rPspondido suficientpmpntf, a Pst;i nbjedón, y no hav motivo nara insistir mf1s Pl1 ella. 4.ª Otros dirpn: Las rni.,iones las tenemos aquí; porqup las condidn ncs rPligiosas y moralPs dP Europa y c]p otros países qtH, se dicen !';1t<,1iros no son mejon', <JUP las clP muchas n<;ionPs de misionPs ... No hay duda quP Pl atP!smo, el indiferP1itismo, la irreligiosidad, Ptc., in– \"aden las nacionps rah'iliras, PsperialnwntP Pl1 las _,;randes metr6pnlis. 'l'n npi.;amos la nPc'Psiclad dP trabajar Pn Pste campo para la ronn•rsión v sal– , aci6n de las almas; pnn hPmos de tener presente que el fin especí[iro de las misiones PS estabh·cPr la Tc;lesia, a fin de qup todos los hombrPs dispongan dP los mPdios nerPsarios y ordinarios d~• s:'1h-ari611. En los paÍSPS donde va est:í estahlPcida, los lwmhres no can•rf,n clP este mPdio, v depende de su libn,'Yolunt:id pJ aceptarlo n no; miPntras pn las rp¡.;iones, donde to– davía no Sf' ha plantarlo ni dPsarrollado, c-arPcen c!P {L La salvación dP los hombres, por vía ordinaria, tiPnPn qnP venir dP la Tglesia ; Jupgo Ps nH'P· s;irin hacerla lleg<1r a todos. 5." En muchos países o fPgionPs ratólic·as hay muchas necPsidades Prnn6micas para la I ,(lP 0 ia, p] culto, la,, nbras asistPnl"iales, Pl paupprismo y la dPsocup:;dém sic•mpre crecientes; ¿ por qrn: exigir todavía la roopera– dón para las misionps Pxtranjeras, cuando los fiPles están tan ai:;obiados con las Pxigencias económicas apremiantes del propio país? (20) Ibid., p. 167. (21) Cfr. Maximum illud, Act. Ap. Sed., 1919, t. XI, p. 452-453. (22) Cfr. Rerum Eccl., Act. Ap. Sed., 1926, t. XVIII, p. 70•71.
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