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H6 186. l.ª I 1 'uente: Nuestras relaciones eon Dios. -- a) El amor ele Dios exigt: que nosotrn::, cuoperemus, en la medida de nuestras fuerzas y segút 1 llUt",(ra posición en la suciedad cristia– na, ,\ la r,;alizacíón d,,l n,ino de Dius sobre la tierra. Oigamos las palabr,1s de Pío XI t•n la Houm Ecclcsi,,c: cc:t'focstro deber de caridad para cnn Dios exi¡,:;i· que no s<'1ln procnremos c,111 todils nuestras fuerzas aumn1tar el núnwrn dt• aquelll,s que le cunucen Y aduran en espíritu y Yt'rdad, sino tamlii{·n qul' somt:tamus ;d irnperiu del nman1isimu Redentor cuantus mús podnmos. a fin de que resulte cad;1 día mús fnwttH,sa la utilidad d,, su sangre y rHb hagamPs rnfis acl'ptn,;; a El, a quit·n ning·una otrn coc:;i ptwdc ser 111;\s agTadahlt· qm· In:; hnrnhffs se saln·n y vr•ng,1;, ;tl n11;uci- 111ie11to dt.· la Yerdad» (1). /1) Lus d,·lwres dl' pi1·dad que, como hijos ,1eloptivos ele Dius. tcnvmus para con nuestro Padre cell'stinl piden que lwgamos ]() posible para darle a cunnn·r por trnfo el mundo y nos esfnrci·mos 1·n multiplicar lus hijr,s que le anwn y glorifiquen. e) .\dtmú-;, ¡mr ia YÍriud de rl'lig·ión, estamos todos obligados a tributar culto indi7•idui1! y social a Dios. En el prt'– sente orden de cos:1s, la Iglesia católic:, f'C: la única socied;1,l qm· ie puede tributar ,·l culto tal comn él lo ha ,·stahkcido. Ahora bien; uno d,· los principales actos del culto es ¡,\ sacrificio cris– tiano, para el cual snn nen•sarios sac1·rdptvc; y ot rns objt•tns indis– pen'-ahlcs a lin d1- que pueda ofn:ci:rse ,:omu es dí'lJido. Lm:go la Iglesia dPbe enviar sacerdotes a todas partl'S para ofrvcer el sacri– ficio santo, la oblaci('in pnrn; pt'ro, no dl' un m, .d1, cualquivra, sino con todos los nwdios y cnn tod(1s lus auxilios para que el altar sea erigido ,..,tabli·mPnte, y todos los pueblos concurran y trilmtt 0 n el honor y obsequio debidos a la l\Iajestad divina. ((Quitad --dice Lazzarini--•· la j¡fra de 1111 culto universal, único rn la Iglesia; quitad el Sacrificio visihlP, ai cual todos deben participar, para prestar a Dios el culto a El n:servadu, entonces necesariamcntl' qnitar<•is la ra,ón ck la IH'Cl·sidad de la propaga– cicín de la n~li},:-ión en el mundo, nt'Ct",Ídnd que nace dd deber <le! rccnnocimi<'nto indi,•idud y social d(• nuestra dqll:ndencia de Dios. Quitad la idea de 11na I¡~lesi:t visible, a la cual de algllna manera deben pt·r1P1wcer tnd, ,.-; los hnmhres para oht,:m,r la salud, y re– dncir<-is la Iglesia a un:1 soci,·dad de predestinados, escogi<los por puro arbitrio divino, y nsí comprenderéis que la idea misiorwra (1) Cf. Act. .4.[), Sed, 192H, t. XVIII, p. 68.
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