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146 FT.'E:'\TES DEL DE!WR :\IISIOX.H, 186. l.ª Fuente: Nuestras relaciones con Dios. - a) El amur ele Dios exige que nosotrus cuoperemus, en la medida de nuestras fuerzas y segút 1 nuestra posición en la sociedad cristia– na, a la r,·alizaciún del reino de I líos sobre la tierra. Oigamos las palabr;is de Piu XI t·n la R,·rnm Ecclesiac: t(Kucstro delier de caridad para C()ll Dios exig·e que no si.'1!,1 prncurPmus con (()das nuestras fuerzas aumentar d núnwrn dt· aqueilos que k nHwcen Y ad,Jran t'll e:;píritu y nTdad, sino tambi!"n que sonwtam()s ,:1 im1wriu del am;mtísinw R,·tkntor cuantos rnús prnbmos, a fií1 de q1w resulte cacl;1 día más frnctw,sa la utilidad {k su sangre y rw', hagamos mús an·pto..; a El, a qui1·11 ninguna utrn cn';a puede stlr 111;ís a~~·radahle que l()S hornhres :,:p salYen y Y<'n~j,u¡1 al Ctli~uci– lllÍl'llto de la ,;erdacl)) ( 1). /J) L(ls d:lwres de 1 ':!il'dad que, comn hijos adoptivos de Di<,s, tcnvmos para con mwstrn Padre celes1ial pi(!en que hagamos lo p()siblt: p;ira darle a ,onocer por todc, el mumlo y nos esfnrcernns i·n nmltiplicar los hij(Js que le anwn y glorifiquen. e) c\d1mús. pc,r la ,inud de :-eligirin, (·stamos todos obligaclos a tributar culto 1111/i,,id,1,1 1 y social a Dios. En el pre– sente orden d(• cosas, la Iglesia cntólica ¡~..; la única suciednd que le puede tributar ,·l culto tul corno él lo ha t·stablecido. Ahora bien; uno de los principalt•s actos del culto es t'l sacrificio cris– tiano, para el cual son nC'cesarins sar,etclntes y o1rns objetos indis– pensables a fin d(, que pucd:1 ofn'CPrst· como es dPbiclu. Luego la Igk·sia debe errdar s;11:enlutt·s a iud:ts partes par:, (1frccer el sacri– ficio santo, la oblación pura; pero, nu de un rn, dt 1 cualquit·ra, sino con todos los ml'<lios y ron todos lus auxiiius para que el altar sea erig-ido <"~tablemente, y tocl11s los pueblos concurran y tributt'n el honor y obsequio debidos a la ?\Iajestad divina. ((Quitad -dice Lazzarini-- la idea de 11n cultu universal, {mico en la Iglesia; quitad ,.¡ Sacrificio Yisihk, al cual lodos deben participar, para prestar a Dins ,·! cult•¡ a El reserYado, entonces nec('sariamente qnitar{,is 1a rnzón de la n¡•n·sidad de la propaga– ción de la relig-iún !'n el nrnndo, necesidad que nace del deber de! n•conocimiento individud y social dt· mwstra t!t-pendencia dP Dius. Quitad la idea de una l}~lesia visihlt', a la cual de alguna manera delwn pertt•n¡·cer todns !ns bnmhn'S par:1 ohkrn'r ia salud, y re– dEcir{,i::; la Ig1Psia a una snciuiacl de predestinados, escogidos por puro arbitrio divino, y ;isí comprenderéis que la idea misionera (1) Cf. Act, A.p. Sed, 192fl, t. XVIII, p. 68.
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