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102 CON'I'ICS:l'. \C[ON DE LA J\TISIO;\/ DE CHISTO denada a la mUf\rte física y moral, perdió los tesoros de la gracia, yacía se– pultada bajo las ruinas de su grandeza sin Psperanzas de poder levantarse por sí misma. Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, satisface plenamente al Padre, acepta la muerte debida a los hombres y dice: O mors, ero mors tua (13). 1'0 soy la 1·csurrecci6n )' la vida (14); he ,·cnido para que tengan 71ida y la tengan en abundancia (15); el que cree en mí, tiene la vida eter– na (16). él) Dr rcconstrucción.---J0,ucristo no quiso solamente pagar la deuda dPl viejo Adán, sino que prf'firió sustituii)o rnmplrtamente, constituyéndose el Nuevo Ad:í.n, la Cabeza de la humanidad redimida. Et ipse est caput corporis Erclesiae (17); Et estis in illo repleti, qui cst rnput omnis prinripatus (18). Somos miembros de stt Cuerpo Mfatico (19); circula por nosotros su vida como la sada dP la vid por los sarmientos unidos al tronco (20). Incorporados a El, por la ,gracia santificantP, recibimos el espíritu de adopci6n de hijos, en virtud de la cual clamamoc;: Abba, f'S decir, Padre; porque el mismo espíritu está dando testimonio a nuestro e~píritu, de que somos hijos de Dios. Y siendo hijos, somos también herederos : herederos de Dios y cnherederos con Cristo (21). En El, pues, Dios instauró todas las cosas (22), y con El nos lo donó todo (23). Jrsucristo es el Uni¡(énito de Dios y el Mesías prometido, el Segundo Ad:í.n y Padre dc la humanidad elevada, p] Redentor y la Víctima propiciatoria, el Rey universal y el Legislador Supremo, el Maestro divino, el Sacerdote Sumo, el Mediador eficaz entre Dios y los hombres. ARTÍCULO IV CONTINUACION DE LA l\'W,ION DE CRISTO POR LA IGLESIA CATOLICA 135. Jesucristo fué el Legado Di1Jino, el Enviado del Padx.e, para redimir y salvar al hombre. Cumplida su misión, verificado el rescate y habiendo consumado todas las cosas, sube a los cielos y vuelve al Padre. ¿ Cómo continuará su misión? Por medio de su Esposa, la Iglesia, la cual es depositaria de su doctrina, de su vida divina. La Iglesia es Cris.to perpetuándose a través de los siglos y de las generaciones. En los tratados de Ecclesia Christi se demuestra que J esu– cristo instituyó el magisterio apostólico con el privilegio de la (1:l) Os., XIII, 14. (14) Joann., XI, 25. (15) Joann.., X, 10. (16) Joann., VI, 47 (17) Col., I, 18. (18) Col., II, 10. (19) I Cor.. XIX, 27. (20) Joann., XV, 5. (21) Rnm., VIII, 15-17. (22) Eph., I, 10. (23) Rom., VIII, 32.

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