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apostólicos tenemos muchos fieles que cooperaban con los Após• toles a la difusión del Evangelio. San Pablo tenía varios coope– radores en diversas ciudades y llevó a la Iglesia de Jerusalén las ofertas o colectas de las comunidades cristianas de Asia Menor y de Grecia. Al final de la Epístola a los Romanos saluda y recomienda en particular a los que le habían ayudado y coope– rado con él en la predicación del Evangelio (5). Por la Didache sabemos que los cristianos daban hospita• lidad y alimento a los misioneros carismáticos y peregrinantes. En la alta Edad Media son representantes de la cooperación misionera las célebres mujeres Amalasunta, Clodovinda, Teodo– linda, Ingunde, Clotilde, Berta, y otras. Más tarde, las Ordenes Redentoras, las Mendicantes, la Cámara Apostólica, los Prínci– pes y Reyes ayudaban a los misioneros y legaciones pontificias. En la época del Patronato, España y Portugal se cuidaban de enviar misioneros y de prestar toda la ayuda y medios mate– riales necesarios. Felipe II decía que estaba dispuesto a gastar por una sola capilla o por un solo cristiano en Filipinas todas sus entradas. ' Después de la Revolución francesa empezaron otras Obras particulares de cooperación, de las cuales luego trataremos. 103. Modos de ejercer la cooperación misionera.-Tres son los morlos de cooperar a las misiones: espiritual, material y personal. 104. 1) Cooperación espiritual.-Consiste en oraciones, así privadas como públicas. Conviene acostumbrarse desde niños a orar por las misiones y dirigir las peticiones del Pater Noster con sentido misionero: Santificetur nomen tuum... Adveniat regnum tuum... A las oraciones añadir la mortificación, el sacrificio, el dolor y la adversidad, que son medios de redención y de vida sobre– natural. Ya se ha extendido la Jornada y la Unión de Enfermos Misioneros. 105. La contemplación y las misiones.-La vida contempla– tiva, de silencio, de austeridad y de observancia debe estar im- (5) Rom., XVI, l-23 47

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