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en necesidad extrema, grave y leve. Ahora bien, ¿en qué nece– sidad se encuentran los que viven fuera de la Iglesia Católica? Dice Pío XI: «No hay para qué detenerse a probar cuanto se aparte de la caridad que nos obliga a amar a Dios y a todos los hombres, que aquellos que ya pertenecen al rebaño de Cristo no se cuiden para nada de aquellos otros que vayan desgracia– damente fuera del redil» (57). 61, 3.ª La naturaleza misma de la Iglesia.-Esta es esen– cialmente católica, universal, sobrenacional. Debe extenderse y propagarse por todos los pueblos, las razas, las gentes y los es– pacios. Es una obligación de justicia social sobrenatural que to– dos los miembros proporcionalmente trabajen por estos fines. La Iglesia es comparada por San Pablo a un Cuerpo Mís– tico, cuya cabeza es Cristo y todos los demás sus miembros. Este. Cuerpo Místico es de tal naturaleza que debe crecer hasta llegar a su desarrollo perfecto y normal. Es así que el desarro– llo perfecto del Cuerpo Místico debe abrazar todas las gentes, ocupar todos los espacios, que no haya hombre que no pueda pertenecer a él. Luego todos los miembros deben cooperar a su perfecto desarrollo. 62. Precepto de Cristo.-Es cierto que el precepto de evan– gelizar fué impuesto directamente a los Apóstoles y a sus suce– sores, pero no lo es menos que ellos no pueden cumplirlo sin la cooperación de todos los fieles; luego todos estamos obligados con las debidas proporciones. 63. Exhortaciones Pontifi.cias.-Los Sumos Pontífices fre– cuentemente exhortan al cumplimiento de los deberes misiona– les. No quiere decir que impongan nuevos preceptos, sino que inculquen la observancia de los existentes. Art. IV.-MODOS DE CUMPLIR CON EL DEBER MISIONAL Se puede cumplir de muchos modos, pero los podemos redu– cir todos a tres categorías: l) Cooperando materialmente, con– curriendo con limosnas, donativos, objetos materiales de ropas, ornamentos para el culto, etc. 2) Personalmente, poniendo nues- (57) Rerum Ecci. 34

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