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todos el Cardenal Lugo: «El mismo Cristo mandó a los ApóstQ– les predicar a todos y comunicarles la nueva del Evangelio con aquellas palabras: Predicad el Evangelio a todas las gentes.» «Obligación grave -añade Cornelio Alápide-, por lo que si los Apóstoles hubieran sido negligentes en cumplirla hubiesen pe– cado mortalmente.» «Este mandato que Jesús dió a los Apóstoles debía perpe– tuarse en sus sucesores hasta la cousumación de ·los tiem– pos» (52). El Código confirma este deber: «La Iglesia, con abso– luta independencia de cualquier potestad civil, tiene el derecho Y el deber de enseñar a todas las gentes la doctrina evangé– lica» (53). Art. II.-SUJETOS DEL DEBER MISIONAL Jesús dió el precepto in solidum, solidariamente, al Colegio Apostólico, del cual pasó a sus sucesores. Por tanto, la obliga– ción compete primariamente al Romano Pontífice, como suce– sor de San Pedro, y subordinadamente, a los Obispos, como su– cesores de los Apóstoles en el gobierno de la Iglesia. Por esto dice el Código: «El cargo de predicar la fe en toda la Iglesia está encomendado principalmente al Romano Pontífice y a los Obispos en sus diócesis rspectivas» (54). 54. Romano Pontífice.-Al Papa, Vicario de Cristo y suce– sor de San Pedro en el Primado, está confiado el oficio apostó– lico de apacentar las ovejas que están en el redil y de atraer las que todavía están fuera. El debe ser el primer misionero. Su deber pastoral lo ejerce mediante la Curia Romana, la Je– rarquía en tierra católica y los Prelados y Misioneros en tierra de misiones. 55.-0bispos.-Son los sucesores de los Apóstoles. Primero deben trabajar por convertir los acatólicos que quizá se den en sus diócesis (55). Después deben fomentar entre los fieles las vocaciones misioneras el espíritu misionero y la cooperación (52) Cfr. BENEDIT. XV. Maximmn illud, AAS, 1919, t. XI, p. 440. (53) Can., 1322, § 2. (54) Can., 1327. (55) Can., 1350. 32

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