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pecado original y la gracia santificante o justificante, lo cual no se puede conseguir sino por el bautismo real o en deseo. «Quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de los cielos» (48). «El que creyere y se bautizare se salvará» (49). 3) Por el bautismo de sangre, de agua o de deseo se entra en la Iglesia, se adquiere el derecho a la participación de sus gracias, sacramentos, dones, etc. El bautizado se hace miembro del Cuerpo Místico de Cristo, puede vivir la vida de Cristo, comer el Cuerpo y beber la Sangre de Cristo en la Euca– ristía. 4) Entrando en el reino de Cristo, incorporándose al Cuerpo Místico de Cristo, siendo socio de la sociedad fundada por Cristo, adquiere todos los derechos y deberes impuestos por el fundador. 49. Problema de la salvación de los infieles.-Supuestas las verdades precedentes, viene la cuestión: ¿Qué será de los millo– nes de infieles que no conocen la fe, que no han oído el Evan– gelio, que no han sido bautizados, que no pertenecen a la Igle– sia? ¿Se salvarán o se condenarán? Dios quiere la salvación de todos y a ninguno niega los medios necesarios. Por otra parte, están fuera del arca de salvación. «Fuera de la Iglesia no hay salvación.» Debemos observar que aquí sólo tratamos de los infieles ne– gativos adultos. 50. Opiniones.-Para resolución de este problema ha habido muchas opiniones. l.º Hay algunas de tipo laxista y heterodoxo que dicen que todas las religiones son buenas; que no es nece– sario entrar en la Iglesia; que no es necesaria la fe sobrenatu– ral ni la gracia. 2. 0 Hay otras corrientes de tipo contrario, rigo– rista y jansenista, que afirman que Dios ha establecido con vo– luntad antecedente los medios generales para la justificación, mas no los especiales inmediatamente aplicables a todos y cada uno de los hombres, haciendo de este modo de los infieles como una massa damnatorum, masa de condenados. Estas opiniones extremas y contrarias no se pueden admitir. Entre estas soluciones heterodoxas hay otras probables: Unos acuden a la fe late dicta; otros, (48) Joann., III, 5. (49) 1\Iarc., XVI, 16. 29

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