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BUSCA."100 t~;\ f"ELICIDAD 79 -------- --------- que, cubierta con el rozagante manto de una filosofia lupócnla, rnega 10s prmc1pws ullrase11sibles, las verdades re11g10sas, la uepell(_H.!ncia uel Creador, patrocinando el crimen, la concupiscencia, el orgullo y el desenfreno de todos los apetitos y pasiones. Este espíritu heterodoxo y liberal ha creado por necesidad un derecho nuevo, una pohtica maquiavélica, una sociología independiente, que proclama al pue:blo soberano, al Estado legislador supremo, emancipado de la ley natural, divina, positiva y eclcsiústica. Estas falsas y perniciosas doctrinas destruyen los fun– damentos de lo recto y de lo honesto, y hacen que el hombre sea como las bestias, sin otra regla de conduela más lIUC los atractivos del placer. Esta insensatez es co– pia <le las doctrinas <le Epicuro, según las cuales las palabras "honesto", ..deshonesto", ··licito", ''ilícito", "de– ber", "obligación", ''virtud", "vicio"... carecen de sentido. Contra toda esta ingente turba de errores nocivos y sectarios se levanta la sana filosofía, de acuerdo con la H.evdación, LfUe defiende el origen divino del deber, la subonlinación de la razón humana a la divina, la dependencia de la criatura de su Creador, el dominio absoluto sobre la creación entera. Dios, Dueño y Señor de todos los seres, los rige, manda y gobierna como lo exigen su ciencia, justicia y santidad. De aquí nace en el hombre la necesidad ineludible de obedecer y some– lerse a los divinos preceptos en todas las actividades de su espíritu. No hay, pues, ley, precepto, obligación, potestad que, mediata o inmediatamente, no venga de Dios, fuente úni– ca de donde mana toda obligación, principio supremo el'ectivo de todo deber. Cuando cumplimos una ley jus-

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