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BUSCANDO LA FELICIDAD 73 -------- las pasiones, el corazón marchó en pos de los apetitos desordenados; los hombres, soberbios y orgullosos, se des– vanecieron en sus pensamientos, perdieron el equili– brio y se precipitaron vertiginosamente en el abismo del pecado; entronizaron en sus corazones el vicio y el cri– men, borrando de la placa de sus inteligencias las imá– genes morales impresas por la luz del Sol divino. Mas Dios, infinito en sus misericordias e inagotable en sus bondades, resuelve anunciar su palabra a J acob, sus juicios y preceptos a Israel, escribiendo con su dedo divino, de manera estupenda y maravillosa, el Decálogo. Los hijos de Israel acampan al pie del monte Sinaí; su caudillo escala, tímido y tembloroso, la cúspide; la cum– bre de la man taña del Señor se cubre de densas nubes, un espeso humo se eleva hacia el cielo, los relámpagos brillan, el trueno retumba, el eco de la tempestad resue– na, y la voz poten le de Jehová dice: "Yo soy el Señor tu Dios; no tendrás más dioses que a mí sólo; ni formarás imágenes para adorarlas, ni tomarás mi nombre en vano", etc. (2). Este es el rey de reyes y el Señor de los que domi– nan, Dios omnipotente, legislador supremo, que con regia majestad y soberana grandeza graba su ley en tablas de piedra para que las generaciones futuras puedan leerla y no aleguen excusa ni ignorancia. Observad fielmente, les dice Moisés en nombre de Dios, los mandamientos del Señor; sus palabras y sus preceptos deben ser escritos indeleblemente en vuestros corazones; los referiréis a vuestros hijos, los meditaréis en casa, en el camino y (2) Ex. XX, 3-4, 23.
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