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60 DR. P. pfo .M.ª DE MONDREGANES, O. F. M. CAP. guno puede poseer plenamente y en definitiva el objeto que sacie sus infinitas aspiraciones. Sabemos el fin único de nuestra vida, conocemos adónde debemos ir, adónde deben dirigirse nuestros es– fuerzos; pero esto no basta, es necesario llegar a él y poseerle. ¡, Qué es lo que debemos hacer para ello? ¡, Qué hace un peregrino que conoce la patria feliz y quiere trasladarse a ella, para permanecer allí como en su pro– pio domicilio? Buscar el camino y caminar. El hombre es un peregrino en la tierra, no tiene en ella mansión permanente, su vida es un viaje no interrumpido hacia la eternidad ... ¡, Qué es lo que debe hacer, si quiere ir al cielo, su patria verdadera, para gozar de Dios, su único y sumo Bien? Buscar el camino y caminar. Buscar la vereda que conduce a Dios, y dirige hacia (-::1 todos sus esfuezos y actividades hasta que consiga su posesión. Ved aquí indicado el fin próximo del hombre en este mundo; éste es nuestro único e importante deber, éste es nuestro gran negocio, ésta debe ser nuestra constante ocupación; para esto Dios nos creó y nos puso en el mundo, ésta es su voluntad santísima, ésta su ordenación y su ley. En el plan inmenso de la obra gigantesca de la crea– ción todas las cosas tienen una finalidad propia, todas tienen una función particular que desempeñar, pero de muy distinta manera. Cumple su fin el cuerpo que se desprende de las alturas y en su vertiginosa carrera busca la profundidad del valle; ejecuta sus funciones el sol que ilumina la naturaleza y brilla en el azulado firmamento, y las rutilantes estrellas que disipan las tinieblas de lóbrega noche, y los árboles que hienden el ambiente con su vistoso ramaje, y los campos, y las

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