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SEGUNDA PARTE CAMINA HACL1 TU FIN Conocido el fin hacia el cual se deben dirigir los pa– sos no hay mús que buscar el camino recto que a él con– duce. El camino único para el cristiano es observar los mandamientos de Dios, los de la Iglesia católica y los deberes que impone el propio estado. Estas son las sen– das que conducen a la meta. Para mejor cumplir con estos deberes, que ordinariamente exigen sacrificios, Dios nos recuerda las sanciones que siguen a la obser– vancia o a la violación de las leyes. Estas sanciones mo– rales que impulsan al cumplimiento de las leyes en los códigos civiles suelen ser temporales y humanas. Pero las sanciones que impone Dios por la violación de las leyes divinas son eternas. Si se observan las leyes de Dios y de la Iglesia, que obligan gravemente, se merece el reino de los cielos. Si se quebrantan las leyes morales en materia grave, con plena deliberación y conocimiento, de tal modo que cons– tituyan grave responsabilidad, el castigo será eterno. Los pecados graves privan de la gracia santificante y de la amistad de Dios. Si el hombre muere en ese estado de enemistad con Dios y privado de la gracia santificante no podrá entrar en el reino de los cielos. Es necesario,
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