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BUSCANDO LA FFT.ICTDAD 43 del corazón, vanidad cuanto existe debajo del sol, pero vanidad triste, amarga, dolorosa, cruel ... Esto mismo enseñó el Divino l\Taestro en la plenitud de los tiempos con su vida, doctrina y ejemplos; esto hizo exclamar al Apóstol de las gentes en medio de sus transportes: "Por lo que a nosotros toca no nos fijamos ya en las cosas que se ven; pues todo lo que se ve es pe– recedero, y lo que no se ve es eterno" (3). Esto movió a tantos monjes y anacoretas a abando– nar el mundo y retirarse a la soledad de los desiertos; impulsó a castas doncellas a consagrar las albas azuce– nas de sus amores al Divino Esposo de sus almas en la obscuridad del claustro; obligó a soportar atroces tor– mentos al mártir y austeras penitencias al confesor; eso, en fin, movió a tantos seguidores de Cristo a imitar a su Maestro, renunciando a todos los bienes del mundo, a los placeres de la tierra, a las cosas transitorias de la vida, y buscar un bien absoluto, un hien sumo. un bien eterno en el cual pueda reposar dulcemente nuestro in– quieto corazón; pero de este bien que comprende el se– gundo punto de nuestro aserto te hnhlaré en la próxima. Te saluda y te bendice tu afectísimo Fr. Pío. (3) II Cor., IY, 18,

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