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42 DR. P. PÍO M.ª DE MONDREGA.1,ms, O. F. M. CAP. nas. Valga por todos el testimonio elocuente de1 :::abio rey Salomón: "Yo he sido rey de Israel en Jerusal,',n y me propuse buscar e investigar el conocimiento de cw1n– to sucede debajo de los ciclos. Tristísima ocupaci,'m se– ñalada por Dios a los hijos de los hombres, porque todo lo que se verifica debajo del sol es vanidad y aflícción de espíritu ... Hablé a mi corazón, diciendo: He aquí que soy mús sabio que cuantos me han precedido en Jerusa– lén; voy a dedicarme a aprender ahora la prudencia y la doctrina, porque el prudente y el sabio 11evan delan– te' la luz, y el ignorante y el loco andan entre tinieblas. l\las el prudente y el sahio han de morir lo mismo que el ignorante y el loco. Entonces. ¿. d0 qué me servirán la prudencia y la sabiduría? Porque también en ellas en– contré tedio y aflicció de espíritu. Por eso dije a mi co– razón: Disfrutemos también de todos los bienes y de la abundancia de delicias, y con esto edifiqué palacios, arreglé jardines, construí estanques, planté arboles y formé bosques; en ellos vivían infinidad de ganados de todas clases; tuve siervos y siervas, músicos y cantores; tuve, en fin, cuantas delicias pueden tener y disfrutar los hombres. Nada rehusé de cuanto se ofreció a mi vis– ta: nada negué de cuanto mi corazón apetecía. ¡_ Quién habrá devorado como yo el gnsto de los sentidos y las satisfacciones de los placeres? Sin embargo, conocí que todo era mentira, engaño, vanidad de vanidndPs v todo vanidad. Van itas vanilatzzm et omnia vanitas" (2). Vanidad la riqueza y la grandeza, vanidad la cien– cia y los placeres, vanidad la hermosura y los amores (2) Eccle., T, 2. El Eclesia1;tés, en rl prólo¡:¡o y en los capltnlos I y II, trata admirahlcmrnte de la vanidad de las cusas humanas, de la ciencia, de los placeres, de la sabiduría, etc.

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