BCCCAP00000000000000000000629

BUSCAN1l0 LA FELICIDAD 223 tcgra y humilde confesiún de las culpas cometidas, con la debida satisfacción. Esto es, en síntesis, cuanto te he dicho y tú recordarás con tu feliz memoria. Pero hay cristianos que no saben o no quieren apro– vecharse de este medio que Dios con tanta generosidad y misericordia pone en sus manos, lo desprecian c01no cosa que nada o poco vale; se confiesan con dificultad una vez al año, y quizá algunos lo dejan por completo. Tú, amigo querido, no seas del número de estos ne– cios, frecuenta este divino sacramento para provecho espiritual de tu alma. No te fíes vanamente de la mise– ricordia de Dios, porque, si es cierto que es infinita, no lo es menos que es también justa, y cada cual recibirá la recompensa según sus obras. Nadie impunemente se ha mofado de Dios ni despreciado sus gracias y llama– mientos. No sabe el hombre el momento de su fin, sino que, como los peces son cogidos en el anzuelo y las aves apresadas por el lazo, así los hombres serán cazados en el tiempo malo, cuando de improviso les sobrevenga la muerte. Cualquiera cosa que pueda hacer tu mano, óbra– la inmediatamente; porque ni acción, ni razonamiento, ni sabiduría, ni ciencia habrá en el sepulcro, adonde caminas de prisa. Por esto sigue el consejo del Señor que nos dice, "No dilatéis el convertiros a Dios, ni lo retardéis de día en día" (1). No lo dejemos para el día de mañana, que nadie nos lo prometió; porque "el Hijo del Hombre vendrá cuando menos se piense" (2). ¡ Cuán– tos proyectaron grandes cosas para el día siguiente y nunca les llegó [ ¡ Cuántos durmieron tranquilos el sueño del pecado y despertaron condenados! (1) Eccli., V, 8. (2) Matt., XXIV, 42-45.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz